Habría que empezar por cambiarle el nombre al padrón. Lo de la muerte y nacimiento tiene que ver más con matronas que con patronos. Y si etimológicamente descubrimos que padrón también es protector, para lo que nos ha protegido este masculino nombre, mejor cambiarlo.

Los últimos datos del padrón señalan que Zamora tiene 2.855 habitantes menos. Un dato forense que no anuncia nada nuevo pues es sabido que la "muerte poblacional" se viene administrando en este territorio desde hace muchos años. Cuantificarla no añade nada a los análisis, coincidentes todos en las mismas causas. Las lamentaciones, tampoco, muerto el burro, no hay cebada al rabo que lo reviva.

Vista la despoblación como un problema de salud, podemos decir que los médicos no hacen tampoco nada. Zamora está a la cola de una larga lista de espera. El gobierno autonómico está preocupado por hacer las maletas y dejar la tierra quemada para los siguientes. Y el gobierno central carece de la mayoría suficiente para acabar con el modelo económico que en los ochenta lideró una desindustrialización suicida; malvendió empresas públicas; y descentralizó el Estado para repartir poder político sin resolver las desigualdades.

Zamora perdió la poca industria que tenía, perdió funcionarios y empleos con altas remuneraciones, y permaneció orillada en una nueva comunidad que se centralizó en Valladolid y Burgos.

Ganadería y agricultura, que podían ser sus fuertes, se convierten en moneda de cambio devaluada para que España pudiese entrar en la UE. Una PAC mal repartida y un abandono del Estado en cuanto al mantenimiento y mejora de los Servicios Públicos (el más humillante: la Sanidad) da como resultado el goteo permanente que llena ya un embalse de pesimismo.

Y el tercer elemento, la enferma, Zamora, yace postrada, envejecida, con poco poder adquisitivo pues las pensiones son bajas y no se espera que crezcan, descapitalizada porque las familias invirtieron en la bolsa, en fondos o en algún negocio de éxito para un hijo que se creyó lo de los emprendedores y que acabó desesperado cuando tardaron un año en concederle la licencia de apertura o le duplicaron el alquiler. Las tías políticas se acercan a su cama y le traen pastas de las monjas, y la familia que está fuera le manda recuerdos y la visita en fiestas. Pero Zamora, en lista de espera, cada vez es más postal de poco blanco y mucho negro.

Por eso quizá lo que necesita Zamora es un Matrón. Matrón es cuidados. Una sociedad que se preocupe de los cuidados a las personas desarrollaría empleos con esa actividad, como son los cuidados en domicilios o la accesibilidad. Y llevaría la Sanidad hacia un modelo sociosanitario que adapte sus estructuras organizativas y asistenciales al cambio epidemiológico y a la mayor prevalencia de enfermedades crónicas y de dependencia. Una sociedad de cuidados del territorio conservaría la naturaleza para contar siempre con una base de calidad desde donde ensayar nuevos proyectos en vez de entregarla a la industria intensiva del marrano o a las nuevas explotaciones mineras a punto de agujerearnos. Una sociedad de cuidados de la cultura se preocuparía por consumir otras cosas, las de aquí, y de crear comarcas de economía, apoyo y convivencia; defendería su lengua pero leyendo; defendería sus pueblos pero erradicando el caciquismo que nos hace serviles y mediocres. En Matrón es en lo que debemos mejorar? y también en eso de amar al prójimo.

(*) Secretario municipal de Podemos