Eras un tipo singular, al que media Zamora conocía: por tu apariencia (con esa pinta de "perroflauta", que le resulta tan agresiva a la gente de derechas) y por tus hechos: siempre en múltiples luchas (en la PAH, Podemos, Anticapitalistas, CGT, en charlas, actos, manifestaciones?), con la certeza de que, a pesar de los pesares, la movilización es imprescindible, "la lucha sigue, cueste lo que cueste".

No me puedo creer que hoy esté escribiendo estas líneas, con la seguridad de que ya no nos vamos a tomar ese café que nos prometimos en alguno de los "whatsapp" que nos enviábamos de vez en cuando, con la esperanza de "echar un parlao", que siempre derivaba en lo mismo: en la situación política, en qué hacer, en las expectativas de cambiar el mundo para hacerlo más justo, más respetuoso con los derechos humanos. Tú y yo teníamos modos y formas diferentes, pero coincidíamos en lo imprescindible y eso nos acercó políticamente, pero lo supimos tarde, porque vivimos tiempos hermosos, pero también convulsos: épicos incluso.

Ayer se te acabó el tiempo, pero hoy es momento de que yo reflexione acerca de todos tus logros, que fueron muchos, porque tú representas un modo de entender la vida, que, a mi modo de ver, constituye una heroicidad, en estos tiempos sin héroes ni heroínas.

Desde San José Obrero a la universidad para licenciarte en Derecho, que parece un camino recto, pero para los que no nacimos en una cuna burguesa, sabemos lo que significa: las becas, las horas empollando con alguna asignatura que se atraganta, el primer licenciado de una familia de trabajadores. Y después, abrirse paso en una profesión sin solera en la familia, sin ayuda de nadie. Sólo con el ahínco y el tesón de quien conoce sus metas. Y a pesar del estudio y del trabajo, del esfuerzo, la vida del precariado: con múltiples trabajos para llegar a fin de mes. ¿Cuántas cosas hacías? ¿La asociación, el turno de oficio?? Y todos los trabajos voluntarios, por los que nunca cobraste: la asesoría técnica en las elecciones, la PAH: sólo con la certeza de estar haciendo lo correcto. Te recuerdo por la calle, saludando de lejos? porque ibas a un juicio o a trabajar, o a dar una charla, o impartías un curso?

También voy a recordar siempre tu calva entre la multitud de alguna manifestación o tus reveses retóricos en las asambleas en las que discutimos, alguna vez a voces, creo. Y voy a echar de menos esas discusiones, pero no las voy a olvidar nunca. Porque a tu modo, con las buenas formas de una persona educada y culta, has dejado tu impronta en mucha gente de Zamora, que te va a recordar y te va a echar de menos.

Sé que te gustarían estos versos de Miguel Hernández, con quien tienes muchas similitudes.

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.

Y para terminar, sólo te pido una cosa: si te reencarnas, que no sea en alguien de derechas.

Que la tierra te sea leve.