En multitud de ocasiones, he escrito, en nuestro periódico La Opinión - El Correo de Zamora, sobre temas relacionados con nuestra querida provincia de Zamora, sobre la exclusión, el abandono del territorio y mil y una necesidades que tenemos por estos pagos zamoranos.

Leyendo la prensa diaria, observamos que, uno de los temas más trillados y preocupantes es el referente a la despoblación.

En su día, en una de mis columnas hablé y di datos concretos de la pérdida de habitantes de nuestra Comunidad Autónoma de Castilla y León, de nuestra provincia de Zamora y creo recordar que también de Valdescorriel, mi pueblo, que a título de ejemplo en el año 1900 tenía 740 habitantes y actualmente 140, corríjanme si me equivoco.

Es sabido que la despoblación en nuestra Comunidad Autónoma es un hecho indubitado, ahora bien qué hacen los gobernantes o políticos de turno por disminuir o frenar la despoblación?

Creo sinceramente que nada, pues, a la vista está, que la despoblación sigue aumentando.

Llegarán las próximas elecciones en el mes de mayo de 2019, y en el período propagandístico, oiremos, presumiblemente de boca de los aspirantes a ocupar las poltronas hablar de la despoblación, tema que por cierto no es del día pasado.

La despoblación del mundo rural no debe atribuirse solamente a la mecanización del campo, que se inició en la década de los años 50 - 60 del pasado siglo, sino que en su mayoría se debe a una mala política de los distintos gobiernos de turno, que no han mostrado interés en tratar de generar industria en el medio rural y han concentrado los asentamientos de población en las grandes ciudades, donde han creado las industrias, con las consecuencias especulativas que ello ha motivado en la adquisición de la vivienda y otros muchos perjuicios que ello ha ocasionada, especialmente para los más débiles, que por circunstancias laborales se han visto obligados a abandonar el lugar de origen y tomar tierra en las grandes ciudades, con abandono de sus viviendas en el medio rural.

El mundo rural está abandonado, los pueblos despoblados, las casas semiderruidas, se está perdiendo su patrimonio artístico, a pasos agigantados, sus iglesias, sus ermitas, sus bodegas, sus palomares, sus construcciones de barro, adobe o piedra, típicas de cada zona.

Honestamente creo que ha sido una dejación secular por parte de los gobernantes, que al concentrar las fábricas en las grandes ciudades no tomaron interés en el mundo rural, llegando poco apoco a la situación actual, que es prácticamente irreversible.

Hemos de ser conscientes que, cuando se cierra la escuela de un pueblo ello es el paso previo al cierre del pueblo; al cierre de la escuela le sucede el distanciamiento de la visita médica, que en el mejor de los casos es de dos o tres días a la semana y luego llega el cierre definitivo y el traslado del enfermo al pueblo donde hay consultorio-médico y así sucesivamente; al final se cierra el café por falta de clientela y ya se nos invita a abandonar el pueblo hasta el próximo verano o para siempre.

Esta es la cruda realidad.

Si a todas estas circunstancias unimos los bajos precios de los productos agrícolas y ganaderos y últimamente el problema de la remolacha, cultivo de gran implantación en nuestra comunidad de Castilla y León, que según hemos podido leer en la prensa, parece ser que su precio puede ser recortado en la próxima campaña en 6,5 Euros por tonelada; otra mala notica para nuestros agricultores y para el campo en general.

En la zona de Benavente, las noticias que aparecen en la prensa son para celebrarlas, pues, si se hace realidad la instalación de las fábricas de Losán y Asludium y se mantiene el compromiso de la Junta de Castilla y León con la reindustrialización de la zona de Benavente, hemos de estar de enhorabuena.

A Benavente solamente le va a faltar el tren!!!

La esperanza es lo último que se pierde.

No olvidemos que estamos en Navidad.

Próspero AÑO 20019.