Donde estén el glamour, la elegancia, la clase y la categoría de Anne Igartiburu, que se quiten todas las exhibicionistas que utilizan el trasvase de año para mostrar y demostrar que su piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Este año, la Igartiburu salió radiante, esplendida y maravillosa, luciendo un modelo espectacular de Lorenzo Caprile. Sobra, llegado el tiempo anterior a la gala fin de año, tanta especulación existente sobre los modelos que lucirán las presentadoras de las campanadas. La culpa de la expectación despertada recae en Cristina Pedroche, cuyos estilismos desacertados rozan con la ordinariez propia del cabaret. Este año ha vuelto a dar la nota, la nota hortera a las campanadas.

Oiga, a mí como si la Pedroche sale en bragas o en pelota picada, pero que luego no me venga esta feminista de pacotilla y otras como ella a decir que los hombres las miran como oscuros objetos de deseo, que se sienten cosificadas y que a las mujeres hay que dejar de exponerlas al ojo libidinoso del hombre, sobre todo en la Vuelta Ciclista, en los Campeonatos de tenis, de Fórmula 1 y en todos esos eventos donde se ha venido 'utilizando' a la mujer para regocijo del hombre, poco menos que considerándola un objeto. En todos esos eventos, por supuesto. Sin embargo se callan lo de las campanadas. Lo digo por el discursito hortera y feministoide que empleó la Pedroche, digo yo que para justificarse a sí misma por ese afán exhibicionista que la pierde.

La Pedroche, un año más, volvió a dar una bofetada a las feministas, desarticulando todos los argumentos empleados hasta la fecha. Mi amiga Patricia, hace una distinción clara entre feminista y hembrista. Las feministas llevan décadas luchando por la igualdad. El hembrismo es otra cosa. Bien es verdad que este discutido neologismo español, en el caso de tipas como la Pedroche funciona como sinónimo de misandria o desprecio a los hombres. Y eso es lo que hacen hembristas como la Pedroche. No creo que las feministas normales hayan visto con buenos ojos su cuasi desnudo. Su ordinariez está ampliamente contrastada.

Me quedo sobre todo con Anne, que además es una mujer solidaria, cercana y valiente, muy valiente. Como me quedo, me gusten más o menos, con Cristina Pardo, Lara Alvarez o Ruth Lorenzo que también hicieron de la elegancia y la sobriedad en el vestir su vitola en una noche especial. Volviendo al discursito de la Pedroche, recalcar que rozó el ridículo poniendo de manifiesto las contradicciones en las que cayó quien se cabrea con la utilización de la mujer en eventos deportivos pero no duda en exhibirse, cualquier año de estos como dios la trajo al mundo, ante las miles de miradas que de admiración no tenían nada. La admiración masculina y femenina se la llevó la presentadora vasca, que se ha convertido en un icono, en un fetiche para la Nochevieja de TVE.

En su día a día que la Pedroche se vista como quiera, como si no quiere vestirse, me es indiferente, inverosímil e inédito, como dice mi amigo Manolo, pero un poco más de clase y menos ordinariez para aparecer ante las cámaras de televisión. En las redes la han puesto a parir. Y en cuanto al discursito se lo podría haber ahorrado o si tanta ilusión le hacía que se lo hubieran escrito, que se lo hubiera preparado un poco más a fondo, predicando con el ejemplo. La igualdad no pasa por desnudarse y mostrar los encantos. La igualdad pasa por hechos, por conductas, por modos y maneras, por procederes que nada tienen que ver con eso.