En sus prisas por convertir a los países ex comunistas a la economía de mercado, no puede decirse que la UE pusiese el listón demasiado alto en los niveles de transparencia democrática. Interesaba sobre todo a Alemania no hilar demasiado fino porque iba a beneficiarse por partida doble de unos mercados importantes y una fuerza de trabajo más barata que la de los países del sur de Europa.

Y ahora vemos como los gobernantes de algunos de los miembros más recientes de la UE se dedican a atropellar pilares básicos de la democracia.

Reflexiono todo esto a propósito del país que va a ocupar durante el próximo semestre nada menos que la presidencia de la UE: la Rumanía del ejecutado, tras sangrienta revolución, Nicolae Ceaucescu. Ha bajado mucha agua por el Danubio desde entonces sin que pueda hablarse de tranquilidad democrática en ese país: la corrupción salpica a las instituciones del Estado rumano. Y lo hace hasta el punto de que el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermann, ha amenazado con llevar ante los tribunales a todo el Gobierno de Bucarest.

Aunque obligado a actuar desde la sombra debido a una doble condena por fraude electoral y prevaricación, quien maneja los hilos del Gobierno es en realidad el presidente del Parlamento, Liviu Dragnea. Éste no ha terminado de asimilar la pena impuesta de tres años y medio de cárcel, y parece dispuesto a arrastrar consigo a todo el país. Como explica el político liberal Ludovic Orbán: "Es el delirio de un autócrata loco". Hace un par de domingos, Dragnea llegó a acusar de alta traición al jefe del Estado, Klaus Johannis, y de paso, de propaganda antirrumana a la Comisión Europea por un informe muy crítico sobre lo que allí sucede. Junto a su camarilla parlamentaria, Dragnea trata por todos los medios de impedir la actuación de la justicia, y así, desde comienzos del año pasado, el Gobierno ha logrado imponer más de 300 cambios legislativos.

De lo que se trata en el fondo, según Der Spiegel, es una prescripción mucho más rápida de de los delitos de soborno, malversación o prevaricación, cuando no pura y llanamente su impunidad. Delitos cometidos durante todos estos años por la "nomenclatura roja", que ha gobernado casi ininterrumpidamente Rumanía desde el derrocamiento de Ceausescu". La Oficina Europea de Lucha contra el Fraude y la fiscalía rumana han conseguido reunir pruebas de desfalco de millones de euros no sólo de subvenciones comunitarias, sino también del erario público rumano.