Lo único cierto es que esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Bueno y que mañana Navidad no hay periódico. También en este hermoso gremio, en esta hermosa profesión, se necesita descansar y hacer familia y amigos en una noche como la de hoy. Porque, mañana si Dios hecho Niño lo quiere, los compañeros volverán al trabajo de cada día, a informar, a contar las mil y una cosas que suceden en esta ciudad nuestra en la que nunca pasa nada, o eso se dice equivocadamente.

No sé si el panorama está para hablar de eso que se ha dado en llamar el espíritu de la Navidad. Para los creyentes, yo lo soy, es muy fácil entenderlo, es muy fácil impregnarse de él. Los que no lo son, los decepcionados, los engañados, los hartos, los traicionados, los defraudados, los desencantados, no están para ciertas cuestiones, quizá con más razón que un santo. Hay quienes se empeñan en no dar tregua ni en la Navidad, tiempo de treguas, a los que odian. Esa gente que destila inquina por todos los poros de su piel. Esa gente que en función de la fe y de la ideología odia o ama, según toque. Perdónalos Señor, a pesar de que sí saben lo que hacen y se emplean a fondo. Al fin y al cabo, Señor, llegas hoy hecho Niño para hacerte Hombre, y con tu muerte redimirnos de tantos pecados, todo un rosario de misterios dolorosos para Ti.

Me gustaría aplicar los buenos deseos del obispo de Zamora, don Gregorio Martínez Sacristán, y desear a todos "feliz y santa celebración del Nacimiento del Hijo de Dios". Sólo que para algunos no será feliz y para otros será absolutamente profana, de santa no tendrá ni lo justo. Estamos perdiendo valores importantísimos que dejan descafeinada y al albur de las modas la Navidad, José Luis Martín Descalzo, escritor profundamente navideño, compuso diez hermosos villancicos. La verdad es que no sabría con cual quedarme. Hay uno, una especie de previllancico, titulado "Nueve Meses", compuesto por treinta cancioncillas puestas en boca de una madre expectante que le susurra a su hijo unos versos que me han hecho reflexionar profundamente, unos versos que me gustaría calaran hondo en el corazón del lector. Una propuesta virginal, alejada de la realidad vacía en que hemos convertido la Navidad.

La Madre, acariciándose el vientre en el que palpita una nueva vida, dice así: "Si yo he sido pobre, tú lo serás más. Porque Dios es pobre si es Dios de verdad". Lo demás son destellos, son fogonazos irreales en los que nos gusta recrearnos pero que nada tienen que ver con la auténtica Navidad. Recuerdo, el pregón de Navidad que este año pronunció en el Club del periódico, Pablo Durán Campos. Cuántos de los allí presentes nos sentimos identificados con sus palabras que recreaban sus vivencias de infancia, adolescencia, juventud y ahora ya en la madurez. Contaba Pablo que en su casa, la de sus padres Antonio y Rita, tal noche como la de hoy se cenan sopas de ajo y huevos fritos con patatas para no desentonar con ese Dios pobre que es Dios de verdad y porque con lo que ahorran en fastos, hacen donación a organizaciones como Manos Unidas u otras. Por ese sendero camina la verdadera Navidad. La que huye de las mesas a rebosar, de los destellos y fogonazos que decía antes.

Hoy, sobre todo, quiero recordar a los solos y a los ancianos a los que han aparcado en residencias y asilos. Y a los voluntarios que procuran una cena en caliente a los que ni pan tiene para llevarse a la boca. A mis compañeros de La Opinión, que son mi familia laboral. Y a usted, querido lector, por favor, no me falle que paso lista y no quiero poner falta. A todos, ¡Feliz Navidad!