No eran los planes primitivos en torno a la candidatura del PP al Ayuntamiento de la ciudad. Zamora propone y Génova dispone. Y Génova dispuso lo que hoy ya sabemos todos. A Maite Martín Pozo le corresponde la misión de recuperar los votos perdidos, algo que muchos consideran una misión imposible, pero sin Tom Cruise, lo que hace el riesgo mayor, mucho mayor. Ya está todo claro o casi. Ahora la gran incógnita son los compañeros de viaje de la todavía presidenta de la Diputación en esa singladura por aguas procelosas. Mucho tendrá que trabajar y mucho tino deberá tener en la elección para que no les vuelva a ocurrir a los populares lo que les ocurrió tras las últimas elecciones, en las que se presentaron con el peor equipo posible. No sé qué hubieran hecho de haber ganado, como oposición han sido un desastre. En realidad, toda la oposición municipal actual es un auténtico desastre.

Martín Pozo deberá hilar muy fino. Ya suenan nombres con muchas probabilidades de ser elegidas como compañeras de camino que despiertan el rechazo de la mayoría de votantes del PP. Tanto en Ayuntamiento como en Diputación deben hacer un barrido en profundidad, una "limpia" como comentaba ayer no recuerdo quien, muy pero que muy necesaria. Recuperar cinco mil votos no es ninguna tontería. El arco político que puede concurrir a las elecciones de mayo puede estar muy atomizado si se cumple todo lo que se dice en los mentideros de la muy noble. La mayoría de dimes y diretes son globos sonda, pero ahí están, como drones, vigilando el panorama.

Lo que el Partido Popular no puede ni debe hacer es mantener en puestos institucionales a personas, como cierto diputado que en lugar de estar preocupado por el devenir de las áreas que le han tocado en suerte, durante todo el mandato ha estado más interesado en colocar ante fogones de prestigio a un hijo cocinero al que no logra situar en el panorama laboral. No entiendo cómo los mandamases toleran que se produzcan algunas situaciones lamentables, con nombres y apellidos, que de contarse públicamente harían mucho daño a las siglas de sus partidos. Gentes como el susodicho diputado, quien parece que se va motu proprio, quizá porque no ha logrado el objetivo de colocar a su hijo cocinero, de no ser así el Partido Popular se lo tendría que replantear, especialmente porque lleva muchos años saltando de despacho en despacho, desde la inoperancia más absoluta. Y no vale con tratar de paliar los efectos devastadores de su gestión, envolviéndose en una preciosa capa alistana.

El PP zamorano tiene que sanear sus filas. Ahora se le brinda la oportunidad. El PP está en la obligación, si quiere recuperar espacio perdido, de nombrar a gente, aunque sean independientes, seria, rigurosa, formal, entregada a la causa municipal, nada de díscolas y aprovechadas, gente que no sea servil, gente que anteponga el bien de la ciudad y de los ciudadanos a sus intereses personales, gente que sepa lo que hace, gente cercana. La cercanía no supone estar todo el día en chiringuitos tomando cerveza u otros bebedizos de más graduación. La cercanía está en la calle, cerca de los ciudadanos, interesándose por sus cosas, compartiendo con ellos penas y alegrías y dejándose de gilipolleces y tonterías. Cuando un munícipe llama a los ciudadanos por su nombre de pila, va por buen camino. Y los despachos, abiertos, bien ventilados.

Se despejó la incógnita que, al parecer, no era tan misteriosa. Lo que sí puedo decir es que no era el plan primitivo. Pero, ya lo he dicho más arriba, Zamora propone y Génova dispone.