Rectificar es de Pablos. Iglesias dice ahora que no está de acuerdo con algunas cosas que dijo en el pasado sobre Venezuela. En la comisión sobre financiación de partidos, el líder de Podemos se vio en un aprieto a causa de las preguntas que otros diputados le hacían sobre el régimen chavista, que fue verde esperanza y ahora es Maduro. Hambre en las calles. A Pablo Iglesias no van a dejarle nunca de preguntar por Venezuela. Para su desgracia, si alguna vez se acabaran estas preguntas comenzarían otras acerca del casoplón de Galapagar. Es un hombre al que se le hacen abundantes recriminaciones. Una no menor es que critique los escraches, que sólo por ser designados por una palabra tan fea deberían dejar de existir, y sin embargo él se mostrara durante mucho tiempo partidario de hacerlos. Que le pregunten a Rosa Díez.

Pablo iglesias es ya un político tan convencional y al uso, tan del sistema, que tiene como bandera, como todos los políticos, la incoherencia. No una incoherencia típicamente humana, es decir la derivada de las contradicciones, y sí una incoherencia como de ley del embudo. Nótese que hemos dicho todos los políticos, lo cual es una generalización, y como tal, injusta. Deberíamos pedir perdón. U otra ronda o más espacio para explicarnos.

"Podemos no ha recibido dinero del Gobierno de Venezuela (...) la situación política y económica ahora es nefasta. No comparto algunas cosas que dije en el pasado", dijo en la tal comisión Iglesias, cuyos enemigos no quieren un arrepentimiento. Quieren flagelarlo. No que rectifique, desollarlo. No que se desdiga, que vaya al infierno. No es para tanto. "Yo no he cobrado en mi vida de Venezuela pero aquí no estamos para hablar de mi vida, dijo también Iglesias, que con esa afirmación reconoce no conocer al país y a sus paisanos, dado que hablar de la vida de los otros es deporte nacional. Que se lo digan a él. Gusta el cotilleo y el run run sobre vidas y haciendas y amoríos. No hay más que ver la televisión, que está para no verla de lo poco que da gusto ver. Vivir para ver. No cejará el venezuelismo en la política española. Venezuela es a Podemos lo que la URSS a los antaño partidos comunistas.

Cuatro horas duró la comparecencia de Pablo Iglesias, a la que calificó de "esclarecedora". Demasiadas horas empleamos en no ponernos de acuerdo. Para el PP todo fue un bluf y una mentira, cosa que habrían dicho igualmente si todo fuera verdad. Así es la política y en eso la han convertido. Luis Aznar se llama el diputado popular que se enfrentó a Iglesias. A lo mejor lo pusieron por ver si su apellido, Aznar, encrespaba a Iglesias y lo sacaba de sus Venezuelas. De sus casillas.