Está buena la sanidad española en general y la de Castilla y León en particular. A lo mejor debería decir que buenos están los sanitarios de España en general y Castilla y León en particular. Están en pie de guerra. Los de nuestra comunidad autónoma con el Sacyl y el resto de comunidades autónomas que en España son, cada uno con la suya. Y mientras tratan de resolver lo que no tiene pinta de poder resolverse entra en escena el copago sanitario. La autoridad competente debería estar más atenta porque esto del copago entraña riesgos.

Hasta donde se sabe, el 7% de los jubilados ha abandonado parte de su tratamiento médico tras la entrada en vigor del copago farmacéutico hace cinco años. Así lo atestigua la Fundación Valenciana de Investigación Sanitaria. No es bueno para la salud de nuestros mayores abandonar sus tratamientos por una razón, porque sin ellos corren el riesgo de ingresar en centros sanitarios e incluso de muerte. La autoridad sanitaria nos lo ha puesto muy cuesta arriba. Gastan pasta a lo loco y luego tienen que andar tirando de los de siempre, de nuestros mayores. Dicen, preocupados, que los hijos utilizan las pensiones de los padres para subsistir cuando ellos hacen lo propio con los 'ahorros' del Estado para el mismo menester, es decir, las pensiones de los jubilados.

De seguir así caminamos a pasos agigantados hacia la ciencia ficción. Me viene a la memoria aquella película estadounidense, 'La fuga de Logan', dirigida por Michael Anderson en la que para mantener estable el número de habitantes, la reproducción se realiza por clonación, pero la longevidad está limitada a los 30 años de vida. Por estos lares la esperanza de vida es alta muy alta y tenemos mayores de noventa y cien años. En el mundo de Logan eso hubiera sido imposible. Puesto que contamos con tantos pensionistas, tanta gente mayor, no podemos dejarlos desasistidos y a su suerte que no es mucha dado lo exiguo de las pensiones en España. No hablo de las pensiones de los políticos y otros que tal bailan que suman para mucho más que para ir tirando. Hablo de las pensiones de tantas viudas, de tantos hombres y mujeres que ni mileuristas son.

Y si hay para comer, no hay para medicinas. Y si hay para medicinas no hay para pagar el recibo de la luz y, ¡hala!, que se mueran de frío. Porque las eléctricas como los bancos, hacienda y la Seguridad Social, no perdonan. Pierden el toque humano y a recaudar. Son incapaces de dar una salida sobre todo a quienes quieren pagar pero de forma fragmentada. A los sinvergüenzas suelen pasárselo por alto. Algún día habrá que contar casos y cosas del doble rasero de medir que por ejemplo tiene la Seguridad Social. Las personas que están al frente de esos departamentos en concreto son de una frialdad, una falta de empatía, una carencia de humanidad que asustan. A lo mejor es para lo que las entrenan, para ser desagradables.

El copago sanitario debería pasar a la historia. Un 69,2% de los españoles cree que la Sanidad Pública es sostenible sin copago. Porque el susodicho multiplica por tres el riesgo de morir. Parece absurdo pero es real. Si no les llega para pagar el pan suyo de cada día, menos les da para pagar la pastillita suya también de cada día. Por cierto, los fármacos más golpeados por el copago han sido los que combaten la hipertensión arterial y la insuficiencia cardiaca, y también las estatinas que reducen el colesterol. Mire por donde, lo que el Gobierno ahorra o cree ahorrar lo acabará pagando, incluso de forma más cara, en los distintos ingresos por recaídas. O pan o medicinas.