A mi padre, Florentino, gran lector de prensa, y generoso comentarista de mis colaboraciones periodísticas.

El desarrollo económico y social de la población de un territorio es el objeto; y competencia atribuida legalmente y, por lo tanto, de obligado cumplimiento; de las Administraciones Públicas, especialmente las de ámbito territorial, como son los Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales y Comunidades Autónomas; eso sí, con el estímulo, ayuda, etc. de otros poderes públicos como son la Administración General del Estado y la Unión Europea.

Obviamente, para que puedan cumplir dichas Entidades locales, con un mínimo de dignidad, de coherencia, de transparencia, de equidad, de eficacia, de eficiencia, etc, su personal, tanto político como funcionarial, han de procurar, en primer lugar, tener un altísimo sentido de sus respectivas responsabilidades, lo que les debiera obligar a conocer con exactitud, con plenitud, con información actualizada, con saberes, con talento, etc., etc., etc., todo lo concerniente al ámbito de sus respectivas competencias, como pueden ser las relativas a las obras y servicios que precisan los municipios y la provincia para satisfacer las demandas ciudadanas, cuya ciudadanía paga "religiosamente; salvo los numerosos defraudadores del IVA, del IRPF Y demás tributos, especialmente los que no tienen nómina y sí patrimonio, dicho sea de paso; los impuestos con los que el sistema fiscal pretende financiar los créditos presupuestarios destinados a satisfacer infraestructuras de interés general, entre otras finalidades y aplicaciones.

Todo lo cual requiere, y exige, el esfuerzo de todos, unos aplicando con rigor y conocimiento de causa las leyes; otros, elaborando con "pulcritud" planes de obras y servicios que favorezcan, y atraigan, el desenvolvimiento empresarial, la fijación de población en el medio rural, que retengan a los habitantes de los pequeños municipios por que dispongan de similares servicios públicos que en el medio urbano, por que tengan posibilidades de empleo, etc., por que dispongan de oportunidades para desarrollarse personal y profesionalmente, etc.; y otros servidores públicos, trabajando con plenitud, con esmero, sin pérdidas de tiempo en la jornada laboral y demás; y la ciudadanía, en general, aportando ideas, sugerencias, mejoras, etc; como también, la "clase académica", con sus estudios sobre la situación, las técnicas, la ciencia, etc., relativas al aprovechamiento de los recursos, de las potencialidades, de las posibilidades económicas, empresariales, sociales, etc., de los municipios y provincias.

Solo con la colaboración, entrega, trabajo y buen hacer de todos, sin excepción, se conseguirá redimir la provincia, que diría el gran filósofo José Ortega y Gasset, que en su libro la "Redención de las provincias"; publicado por Revista de Occidente, colección El Arquero; manifiesta el "Intento honrado de reorganizar una sociedad"; evitar "reincidir en los errores de ayer"; lograr la "eficacia de las numerosas normas emanadas desde los poderes públicos"; superar los "defectos de la vida" provinciana; evitar "el caciquismo en las provincias"; como "superar el provincianismo y sustituirlo por el provincialismo", etc.

Texto pues, de cabecera, para todos aquellos que por responsabilidades directas en la gestión y ejecución de los asuntos provinciales, como por sentido del deber ciudadano, es de lectura obligatoria, para analizarlo, aprender, sacar conclusiones y llevarlas a la práctica, según las competencias y obligaciones de cada uno; para facilitar los "remedios", los "recursos", para "rescatar" lo mejor de la provincia, como son las personas y medios naturales; y "poner término" a sus carencias, a la pérdida de población, de posibilidades, de potencialidades?