Sí, ya lo creo que es de locos, que se monten asonadas en algunas capitales andaluzas para protestar por la irrupción en el panorama político andaluz, de una formación elegida democráticamente por los ciudadanos. Ya lo creo que es de locos, que los podemitas exhiban un símbolo republicano ante el Jefe del Estado, el Rey Felipe VI, en los actos conmemorativos del 40 aniversario de la Constitución, mientras prosigue su campaña de acoso y derribo a la Corona. Ya lo creo que es de locos que Adriá Carrasco, un CDR huido a Bélgica, interrumpiera el discurso del Ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que tuvo lugar en Bruselas, al grito de "La Constitución es una puta farsa, una puta mentira". Ya lo creo que es de locos, el salvaje escrache independentista a Valls, Rivera y Arrimadas. Uno de estos días, no tardando mucho, habrá que lamentar algo más que palabras mal sonantes e insultos. No todos tienen la suerte que tiene Pablo Iglesias de llevar escolta policial las 24 horas del día.

No se puede permanecer impasible ante las constantes provocaciones e intento de humillaciones por parte de quienes tienen que hacérselo mirar porque sus comportamientos, además de sectarios y fascistas, son enfermizos. Los mueve el odio, y la autoridad competente está tardando mucho en acusar a unos cuantos de estos presuntos demócratas, de sendos delitos de odio. Dónde estaban el pasado domingo todos los que ahora han salido a la calle vociferando contra Vox. No se dan cuenta de que son ellos mismos los que están alimentando la aparición de partidos como el aludido. Un partido que por lo menos todavía no ha llamado "hombre de paz" al terrorista Otegui, como tampoco ha demonizado a un torturado por la banda terrorista ETA, me refiero al señor Ortega Lara, por cierto, de Vox.

Cómo es posible que algunos hayan caído tan bajo, defendiendo lo indefendible y pidiendo salvajadas como las que corren raudas por las redes. Mientras lo que ellos llaman fascismo demuestra no ser violento, los antifascistas lo son de palabra y de obra. No hay porqué callar. No hay porqué avergonzarse. Que sigan en sus trece. Cuanto más se suenen los mocos en la bandera de España, más militantes tendrá Vox. Cuanto más se avergüencen del nombre de España, más simpatizantes tendrán los que no sienten reparo alguno en llamar a esta maravillosa nación, por su nombre: España. Cuanto más nos quieran meter con calzador, por las buenas o por las malas, al régimen chavista, más españoles se identificaran con la bandera y con la patria. Cuando Willy Toledo se caga en Dios y en todo lo que se menea, más simpatizantes nacen para la causa de España. Cuando un joven recibe una brutal paliza en Vitoria por defender la unidad de España, cuando piden suprimir la inviolabilidad del Rey y arremeten contra la Corona de forma tan descarada y con argumentos falaces, más españoles se suman a la causa de los que defienden la Unidad de España y al Rey.

No sé si los que queremos y respetamos la bandera, queremos la unidad de España, abogamos por las libertades, vivimos con orden, no en casoplones como el de Galapagar, sino en casas humildes pero honradas, trabajamos, pagamos religiosamente el traje que vestimos, la comida que nos alimenta, la luz que nos alumbra y los zapatos con los que hollamos la tierra, sin caer constantemente en contradicciones que pongan en tela de juicio nuestro sentido común, somos fascistas. De seguir opinando así que vayan pensando que en España, gracias a todos ellos, cada día habrá más fascistas, de la horma que ellos han creado para englobar a los que no piensan como ellos.