Si alguna vez el jurado de un premio acierta en toda su magnitud, habrá que colegir que la decisión unánime adoptada este lunes por el designado para la XXXIII edición de los Premios Francisco de Cossío de Periodismo ha dado por completo en la diana. Y me refiero, en concreto, al concedido a título póstumo a Manuel Erice por su trayectoria profesional.

No sólo es un acuerdo plausible por los sobrados méritos de quien este verano nos dejara a la edad de 52 años por causa de un cáncer, sino que supone una aprobación de justicia con quien ha dejado una huella indeleble en la profesión dentro de Castilla y León y de España. Una huella que en lo profesional se ha basado siempre en la honestidad, la calidad y el rigor periodístico y que en lo personal, para quienes tuvimos el honor de compartir no pocos momentos, resulta indescriptible por su capacidad para las relaciones humanas y la amistad.

Manuel Erice era ante todo un buen tipo, que durante trece años estuvo al frente de la delegación de Abc en Castilla y León, donde marcó sin duda un estilo y un tiempo que ya forma parte de la memoria colectiva reciente de esta tierra. Nunca decía una palabra más alta que otra. ¿Para qué? No lo necesitaba, porque su criterio razonado se imponía sin frases altisonantes ni mucho menos altaneras. Fácil no es en la jerarquía laboral de esta profesión que te quieran por igual tanto los de arriba como los de abajo, pero Manuel ha sido ejemplo de ello y de muchas otras cosas.

En el periódico Abc llegó a ejercer de subdirector, antes de emprender su etapa como corresponsal en Whashington. En esas tareas de responsabilidad en la redacción central, donde se toman las decisiones entre lo urgente y lo importante, siempre a la velocidad que exigen los cierres de cada edición, Manuel mantuvo el buen trato y la credibilidad. Y créanme que es verdaderamente complejo reunir a la vez la exigencia necesaria y las buenas maneras. Pero él fue fiel a ese estilo, simplemente porque era el suyo. Después, despojado ya de la gestión, cubrió las últimas elecciones presidenciales norteamericanas con brillantez y hasta tuvo tiempo para escribir un libro sobre Trump. Esta semana, gracias a los Premios Cossío que concede anualmente la Junta, somos todos un poco más justos con nuestras personas cercanas y admiradas, con nuestros paisanos; y este navarro de nacimiento era, y es, precisamente eso: un paisano de esta tierra, un embajador de Castilla y León y una gran persona.