De un tiempo a esta parte a algunas localidades les ha dado por poner el nombre de la ciudad, pueblo, o villa, en letras de gran tamaño, como si el visitante que allí llega no supiera donde está, o como si la gente viajara al tun tun, porque se supone que los aborígenes si sabrán donde habitan, moran o residen, aunque solo sea por aquello de haber tenido que empadronarse en un momento determinado. Así ciudades como Mérida, Cullera, Sitges o Campello tienen sus propios letreros, aunque otras de mayor relevancia, bien por su dimensión, como Madrid y Barcelona, o por su singular belleza, como San Sebastián y Toledo, por el momento no hayan decidido apuntarse a esa moda.

Hasta hace pocos años lo de colocar un macro letrero parecía exclusiva de Hollywood, que se inventó aquellas enormes letras de casi 140 metros de longitud, para indicar que a poca distancia se encontraba la meca del cine. Más tarde, a nivel local, fue Jesús Gil quien colocó el nombre de Marbella sobre un enorme arco, como una ocurrencia más de nuevo rico, quizás pretendiendo que la gente se fijara precisamente en eso, en el letrero, y no tanto en el nido de corrupción que había montado en el ayuntamiento.

Cuando el dinero abunda en las arcas municipales casi nadie cuestiona en qué se emplea, de manera que pasan desapercibidos los gastos de cualquier naturaleza, y pueden llegar a ponerse letreros en cada localidad, y por que no en cada barrio, o en cada comunidad de vecinos, ya que todo el mundo tiene su corazoncito. Pero, cuando no es así la gente pregunta el cómo, el cuando y sobre todo el porqué. Y ahí ya puede haber opiniones para todos los gustos, desde la aceptación, por entender que eso ayuda al fomento del turismo, hasta los que les parece una simple boutade. Pero, en cualquier caso, como entre los que mandan y dirigen existen regiones difíciles de distinguir, nunca se sabrá, a ciencia cierta, si han llegado a creerse que esas letras turísticas, son una parte más de la publicidad pasiva que aumenta el número de turistas.

En lo que casi todos pueden coincidir es en que la prioridad a fijar en las actuaciones debe pasar por cuidar las ciudades con esmero, y mimarlas haciendo desaparecer la suciedad y el embadurnamiento de pintadas en sus edificios. También, probablemente, coincidan en que debe cuidarse el estado de casas y solares, para que sea posible pasear por calles y plazas sin correr el riesgo de ser alcanzado por un trozo de balcón o de fachada con ganas de desprenderse.

Aquí, en Zamora, también vamos a tener un macroletrero de esos, y se ha preguntado a los ciudadanos donde prefieren que sea ubicado. De manera que ya puestos a opinar alguien podría proponer incorporarlo al puente del ferrocarril - cuyo uso parece que va a ser cedido por ADIF al Ayuntamiento - ya que sus 250 metros de longitud permiten hacer un letrero mayor que el de Hollywood, lo que le llevaría a conseguir un Guinness, al menos en lo que a tamaño se refiere.

Debe ser cosa de la moda, dicen algunos, como si en nombre de la moda cupiera cualquier tipo de actuación. Porque antes que la moda se encuentran las prioridades que vienen impuestas por las necesidades. De hecho, cuando pase algún tiempo, nadie reparará en estos letreros, por mucho que compitan en diseño, tamaño, iluminación o extravagancia, porque lo que perdurará será la personalidad del lugar donde estén ubicados. Baste recordar aquellas palabras de Mario Benedetti "No te quiero por tu cara, ni por tus años, ni por tus palabras, ni por tus intenciones. Te quiero porque estás hecha de buena madera"

Pues eso, que como aquí se tiene buena madera, dentro de unos años, si la ciudad no ha llegado a desaparecer, quienes aquí vivan, seguirán presumiendo de ser la capital del mundo con mas Iglesias románicas, y de un río que pasa con discreción, a pesar de pasearse caudalosamente por dos países, y de una gente recia que es capaz de aguantar lo que le echen.