Cuando vi los primeros arcos de presuntas luces navideñas que los operarios instalaban en Santa Clara, me dije: 'esto pinta mal'. Como que pinta en bastos o en bastonazos, los que algunos ciudadanos quisieran darle al señor alcalde por lo cicatero que demuestra ser una Navidad sí y la siguiente también. No hay que ponerse violentos, hay que reaccionar con coherencia como lo han hecho los empresarios de la ciudad, como lo han hecho, con mejor o peor fortuna, cientos de ciudadanos en las redes sociales, como Raúl Cabrero que se lo ha dejado bien claro al alcalde de una forma elegante y entrañable, apelando a los niños.

Es que eso del espíritu navideño no todo el mundo lo tiene claro y lo asume, como no todo el mundo sabe y entiende de los valores eternos de la Navidad. No hace falta ser creyente, para asumir, saber y entender ciertas cuestiones, pero, bueno. El alcalde ha echado fuera todos los balones posibles, así y todo no ha encontrado quorum. Los zamoranos están enfadados por la pobreza lumínica de Zamora en Navidad. Hombre, tampoco pretendíamos que hiciera lo que ha hecho Abel Caballero, alcalde de Vigo. Se ha pasado veinte puertos de mar iluminando la navidad viguesa. Ni tanto, ni tan calvo. Hay un término medio que no ha sabido encontrar.

Servidora no es política ni lo quiere ser. Por eso el primer edil de la ciudad no puede defenderse alegando que las críticas tienen un trasfondo político. Los suyos y los que no lo son, que hablen y despotriquen donde les corresponde, los ciudadanos lo hacemos en la calle, a la vista de las birrias que no birras que nos han colocado, en las tertulias de barra fija, por teléfono y donde se tercie. El alcalde de Zamora no puede despacharnos una Navidad más de forma tan miserable. No quiero pensar, porque el señor Guarido no es de ese jaez, que por darle la iluminación a una empresa amiga, ha sido capaz de destrozarnos la ilusión. Especialmente la de los más pequeños.

Lo de los mayores no es nada si lo comparamos con la acidez empleada por los más pequeños y los más jóvenes. Casi es mejor, visto lo visto, que no las enciendan. Los ciudadanos, señor alcalde, no queremos que tenga lar arcas a rebosar, los ciudadanos queremos que invierta lo que tiene en estas y en otras cosas de mayor calado que nos afectan directamente. Para dos veces al año que nos ilumina la calle y hay que ver lo que le cuesta arrancar. Y que la Cabalgata de Reyes no falle estrepitosamente. Porque no se puede encomendar permanentemente a Gaza que sustituya lo que el Ayuntamiento es capaz de restituir. Los Reyes Magos mandan, nunca Papá Noel que nos llega de otras latitudes y al que, no obstante, quieren convertir en tradición con calzador. Que no, señor alcalde, reconózcalo, se ha equivocado. Usted también habrá sido niño alguna vez. Y si por alguna circunstancia no lo pudo disfrutar, devuelva a los niños de ahora lo que a usted se le negó entonces. Los comerciantes están más que hartos de encender los escaparates de sus tiendas para iluminar la calle porque las farolas se encienden demasiado tarde. Los comerciantes de Zamora, señor alcalde, no están muy boyantes económicamente hablando. A lo mejor, a quienes en verdad habría que pedir colaboración es a las franquicias que, para más regodeo, se llevan el dinero de los zamoranos fuera de la ciudad. Una reunión en octubre con sus representantes, posiblemente ayudaría a solucionar muchas cosas. Lamentablemente no hay previsión en ese sentido. Y así ocurre lo que ha ocurrido con las lucecicas de la Navidad.