El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, publicó recientemente un artículo con el título: "¿Para qué sirve hoy la monarquía?". Una pregunta retórica porque ya sabemos de antemano que el señor Iglesias se declara inequívocamente partidario de una República como mejor y más eficaz forma del Estado. Pese a ello, aprovecha para hacer un análisis retrospectivo de lo que supusieron para la nación los 40 años transcurridos desde la muerte de Franco y de la subida al trono de su heredero Juan Carlos de Borbón. Una figura -dice Iglesias- inicialmente cuestionada por la izquierda, pero que, poco a poco y con la ayuda de los grandes medios, se hizo querer por amplios sectores de una ciudadanía pragmática que no quería regresar a los tiempos del enfrentamiento civil. Fue aquel -sigue diciendo Iglesias- el inicio del periodo histórico que llamamos Transición y que se caracterizó, como describió el escritor y periodista Vázquez Montalbán, por la correlación de debilidades entre los actores políticos y sociales procedentes de la dictadura y los que venían de la resistencia democrática. "Los primeros tenían casi todo el poder pero ninguna legitimidad, y los segundos contaban con toda la legitimidad pero apenas tenían poder". Luego vino el frustrado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y la actuación del rey Juan Carlos (todavía con aspectos sin aclarar) "contribuyó a consolidar la idea -escribe Iglesias- de que solo el Rey podría evitar un golpe que devolviera el poder a la casta militar entonces claramente partidaria del franquismo y molesta con los cambios que se estaban produciendo en el país".

Ahora bien, pasada ya esa época quizás haya llegado el momento de plantearnos si tiene sentido la pervivencia de una monarquía que, aunque garantiza las libertades políticas básicas, ha ido derivando hacia posiciones ideológicas conservadoras al tiempo que es rechazada abiertamente por una amplia mayoría de ciudadanos en Euskadi y Cataluña. La pregunta está planteada pero la respuesta aún tardará en llegar. Un vistazo a la Historia nos lleva a concluir que el sistema monárquico está muy arraigado en Iberia. Para empezar, ahí tenemos la lista de los 33 reyes godos. Luego, ya en la Reconquista, hubo 12 reyes en Asturias, 17 en León, 5 en Galicia entre propios y compartidos, 31 en Navarra, 20 en Aragón, 9 condes de igual rango en Cataluña y 22 en Castilla antes de la reunificación. Esto por lo que se refiere a los cristianos porque entre nuestros antepasados musulmanes la abundancia no fue menor y, dejando aparte el califato de Córdoba, cuando los llamados reinos de Taifas hubo reyes en todas las ciudades de alguna importancia, incluidas Albacete y Badajoz. Terminadas las dinastías locales importamos 5 Austrias y 9 Borbones. Y fueron también reyes de España un hermano de Napoleón conocido como Pepe Botella y Amadeo de Saboya.