Sobre el intento continuado del deseo de dominación de los ciudadanos por gobernantes y dirigentes se han escrito miles de páginas.

Ese deseo irracional no acabará nunca, por eso el número de reflexiones sobre el tema, tampoco.

La dominación consta de una serie de técnicas, que no tienen que ver la mayoría de las veces con la violencia física, pero sí con la adulación, la presión continua, la persuasión, para que las personas que la practican acaben imponiendo su ideología, sus puntos de vista y sus creencias al resto de los seres humanos, los cuales muchas veces no se dan ni cuenta de lo que les está pasando, así es como los llegan a conquistar, de manera que dejan de tener pensamiento propio. Con ellas se busca la sumisión total de la gente.

Max Weber reflexiona en sus obras sobre las distintas formas de dominación que se han practicado a lo largo de la historia y las agrupa en tres grandes apartados, basados en diferentes tipos de legitimidad: la tradicional, la carismática y la legal.

La tradicional se identifica con las diferentes formas de gobierno del mundo antiguo, donde los gobernantes eran patriarcas, sultanes, señores feudales, etc. La relación entre el señor y sus súbditos estaba basada en la total obediencia y subordinación a la figura y a las órdenes del gobernante.

La carismática se funda en las creencias sobrenaturales de personas o instituciones, a través de la revelación, la iluminación, la capacidad de oratoria y el talento intelectual de los líderes generalmente poseedores de gran carisma. Cuando las fuerzas sobrenaturales no ayudan al individuo que las representan y lo abandonan, este acaba perdiendo su credibilidad, fundamentalmente cuando sus predicciones resultan engañosas o erróneas.

Y por último la legal, que consiste en ejercer la autoridad a través del acatamiento de las leyes instituidas y aceptadas por la sociedad. En teoría se debería obedecer atendiendo ateniendo a un conjunto de normas reguladoras, no al deseo de quienes gobiernan.

Hoy en día, los que ejercen la autoridad política andan como locos para dominar a los individuos, hacerse con el poder de los medios de comunicación y sobre todo de las redes sociales, pero lo que menos les interesa es el bien de los ciudadanos. Ya no son las leyes las que marcan el camino de la democracia, sino el deseo de los tipos sin escrúpulos que ocupan el poder para controlarnos, a nivel político, en la justicia, en la economía y en todo lo que se les ponga por delante y amenace sus puestos de poder.

Ya en el siglo pasado uno de los filósofos de la Escuela de Frankfurt, llamado Marcuse nos avisaba del peligro que corrían las sociedades modernas por esa razón: La libertad de la política significaría la liberación de los individuos de una política sobre la que no ejercen ningún control efectivo. Del mismo modo, la libertad intelectual significaría la restauración del pensamiento individual, absorbido ahora por la comunicación y el adoctrinamiento de masas.

Estamos asistiendo en el panorama político actual a un debilitamiento y fragmentación de los partidos políticos dominantes, debido al comportamiento de muchos de sus afiliados.

Practican sus dirigentes una vara de medir para sus fechorías y otras para las de los contrarios, aunque sean las mismas.

Mientras tanto, los que no participamos en esa verbena en que se ha convertido la política, asistimos atónitos a tanto trapicheo, robo y rapiña de los caudales públicos.

Y ellos se aplican bien para bombardearnos con mensajes llenos de promesas que nunca cumplen. Hoy dicen una cosa y al momento siguiente defienden lo opuesto, eso sí, con grandes sonrisas, habla pausada y movimientos de manos envolventes aprendidos en sus horas de ensayo con múltiples asesores para no meter la pata. Repitiendo mensajes escritos esto últimos, que a casi nadie convencen a estas alturas. Si no les han preparado los mensajes, meten la pata continuamente.

Además se enrocan en sus puestos y crean leyes para protegerse, para cobrar sueldos a los que nunca hubieran podido acceder de no estar en la política, para asociarse de forma incongruente hoy con unos y mañana con los contrarios, para salvaguardar sus propios intereses, no dudando en romper con todo lo que se les ponga por delante para seguir inflando su ego y su cartera, y se dedican a vegetar, a insultarse a montar sociedades "legales", con las que se pueden rebajar los impuestos, pagando menos que el resto, porque se han rodeado de verdaderos ingenieros financieros que los aconsejan sabiamente para distinguirse del resto de los mortales .

Tienen el chiringuito clientelar tan bien montado que se aferran como lapas al mismo. Es muy difícil de deshacer y cada vez crece más el número de ellos que cobran de la política, como asesores, asesores de los asesores, familiares, amigos, amigos de los amigos. Y esto es una bola que cada vez se hace más costosa y dolorosa de mantener.

Solamente una revolución pacífica de los ciudadanos de a pie que no creen en ninguno de ellos, haría posible la disolución del engranaje del despropósito, que se han montado y del que participan tantos impresentables.

Siguen llegando barcos cargados de personas que buscan una nueva vida lejos de las guerras y del hambre, pero ya los que mandan se han hecho las fotos oportunas y ese tema no les importa lo más mínimo.

Ellos a seguir cobrando y cuanto más mejor.

Ellos a seguir aumentando los impuestos para que no se les acabe el chollo.

Ellos a seguir insultándose unos a otros. Lo importante es hacer ruido, salir en los medios, seguir adoctrinando, hacer creer a la gente que con ello van a cambiar el mundo, divertir a las masas.

Ellos a cambiar la casita de Vallecas por el chalet, a pedir protección las 24 horas del día, de la policía de la que renegaban hasta hace nada, a cambiar la enseñanza pública por el colegio privado para sus niños y a vivir a todo tren, que ya cuentan con jubilación increíble, y sin dar ni golpe.

Ellos a dar vueltas al mundo con el Falcon y con lo que sea, el caso es no parar, para hacernos creer que hacen algo.

Mientras tanto se acrecientan los problemas y no se afrontan los retos que verdaderamente importan para mejorar el buen funcionamiento del país: educación, sanidad, economía, migraciones, inversiones en investigación, trabajo para todos?

Marcuse también dijo, al hablar del engaño de las democracias modernas que "La dominación tiene su propia estética y la dominación democrática tiene su estética democrática".

Y esto, aunque cada vez se parece menos a una democracia, pues no se puede ejercer un control efectivo de todo este entramado, porque ya se ha convertido la política más bien una guerra despiadada entre partidos los cuales no dudan ni en repartirse al país, ni en asociarse con quien menos se espera, ni en vendernos a la primera de cambio, con tal de seguir ostentando un poder, ya huele a podrido a gran distancia.

Porque desgraciadamente la verdadera esencia de la estética dominante de nuestra derrotada democracia actual se centra en la falta de programa, en la inacción, en la ridiculez, en el gesto y en el postureo.