Parece que lo que se avecina es un periodo en el que se van a crear falsos problemas a la vez que se pretenden ocultar los verdaderos. El arrojo manifestado ante nimiedades o el escaqueo del yo no he sido que ha puesto a muchos en el banquillo después de jubilados.

Porque falsa es la polémica sobre el futuro inmediato de una Zamora inundada, diez años exactos dicen que dicen. Salvo que uno tenga un soplo directo de Dios, como tuvo Noé con el diluvio o Borrell con las acciones de Abengoa, nada hay que temer que no temiéramos el año pasado.

La Confederación Hidrográfica y los informes, muy técnicos, que advierten que en 500 años podría darse una crecida y por ello conviene tomar medidas preventivas, no nos van a traer una riada. Un bazar de lámparas de cristal no conviene que se ponga en un terreno propenso a los terremotos. Mejor, construido en el Polígono de la Hiniesta. No hay polémica ni indemnización ni titulares. Las licencias de obras contendrán alguna prescripción sobre el asunto y el PGOU, si son diligentes, se modificará sin más por muy peñazo que parezca.

Se trata de prevenir. Porque en el 2000, con motivo del estreno de siglo, se realizaron una serie de programas en Radio Nacional, y un biólogo advirtió que por el 2015-2020 empezaríamos a ver tormentas y tornados en el mediterráneo como los que vemos en las pelis americanas, y que para el 2030, de no cambiar los consumos de energía fósil, desaparecerían partes de Barcelona o Valencia. Es decir, no se enemisten con otras comunidades porque el muerdo del cambio climático nos va a apretar la casa común que llamamos España y a lo mejor nos toca dormir con algún catalán en la litera de abajo. Si llueve mucho mucho y el agua se desborda, que nos pille prevenidos hasta que escampe. El nuevo mapa es una hipótesis no una maldición.

Lo que sí es una maldición es la crecida de granjas porcinas intensivas. Tápese el problema como se tape, y por mucho que los alcaldes del PP coman con el delegado de la Junta, les han endosado un problema que puede sentarles en el banquillo por prevaricación si no andan finos. En el 2003, la Junta, modifica la Ley de licencias de actividades: licencia municipal obligatoria para que en un local, nave u oficina se pueda ejercer una actividad comercial, industrial o de servicios.

Por desidia, por mejorar las condiciones caciquiles para lo que venía, argumentando que simplificaba los trámites para la creación de empresas y los emprendedores, se articula una modificación de ley para que sean los ayuntamientos los que concedan las licencias urbanísticas y ambientales.

Por ello, eso que dice alguna alcaldesa de que no es de su competencia, a lo peor la mata de un susto, porque, a mayores, la licencia ambiental debe estar motivada, es decir, sin chanchullos. Eso que dicen los alcaldes promacrogranjas de autorizaciones provisionales, no existe. Eso de no poderlas impedir porque están obligados a dar la licencia urbanística, será si tienen competencias. Eso de no tener competencias por no contar con normas urbanísticas y ponerse a hacerlas para dar permiso, a más de que lleva un tiempo dilatadísimo puede uno acabar acusado de prevaricación. Eso de granjas de 4.600 cerdas de cría, es radicalmente ilegal. Y si lo que coloca en su pueblo son 12.000 lechones, usted verá, porque la licencia ambiental no pasa por la Junta, se la han endosado a ustedes. Vamos, que tienen las manos manchadas si no andan listos. Y si no andamos listos, a lo peor, nos llega la mierda al cuello antes que el agua del Duero.