Los pueblos del rural, hermoso y despoblado, Sayago se vacían. Han pasado fiestas patronales, de amistad , de cementerios en las que calles, parques, bares s e iglesias se veían con vida. Pero ahora se han vuelto a cerrar las casas, muchas casas y las personas mayores buscan el calor , las comodidades de la ciudad y de los hijos. Pero no todos se han ido. En Pereruela aguarda siempre Ángel el cura entrado en años, no mayor, bien curtido, que como me comentaba un visitante del lugar puede estar en todas partes donde lo precisan y llaman y enterrar a los propios y ajenos. Ángel, clarividente estudió, opositó, ganó y trabajó en la administración de justicia. Ha tenido tiempo y lo tiene para estar en sus pueblos, atendiendo ejemplarmente y echando una mano en los vecinos lugares donde el cura propio no podía acudir , pues sabido es que estos tres beneméritos atienden más de medio Sayago.

A Tino le han quedado en el medio, en Bermillo, su juventud irradia alegría, su jovialidad simpatía, su servicio confianza, su humildad cercanía Hasta la sotana le cae bien y le cae bien porque su persona es dulce, inspira confianza. En el cementerio de Gáname me comentaban contentos y agradecidos el otro día que , vio un pequeño espacio, una antigua ermita y allí celebró la eucaristía, allí todos juntos cercanos, allí comunicación y comunión se entiende mejor. Héctor el último en llegar a Almeida y otros 13 pueblos y dos residencias lleva solamente dos meses. Un letrado de Roelos, el prestigioso jurista D. Julio le decía el otro día, luego de haber escuchado en misa lo de los letrados, que Héctor era capaz de vender abrigos en verano y además quienes compraran se lo agradecería .Estaba refiriéndose que con su estilo personal de cercanía, miradas, gestos, invitación real a participar , renuncia a cobrar estipendios, aplicar la misa por el pueblo ,sencillez en el hablar y actuar acercaba a la feligresía, al Jesús que enseña y a la Iglesia que le envía. Se hacía entender y querer. Abandona la lejanía del presbiterio o ambón para predicar y situarse en el pasillo, en el medio, entre la gente. Se le percibe mejor y se aprecia su sinceridad al decir las cosas.

Sayago ha tenido su suerte con estos tres curas. De nuevo, ven como, ellos el uno entrado en años y los otros dos, unos críos sirven pronto y bien. Un feligrés decía, parece que se han escapado del seminario, rebosantes de juventud. Los tres irradian ilusión, cercanía, ganas de entender , atender e integrar a todos.. Días de semana van a los pueblos, si hay muchos como si hay pocos, ellos van. Hablan, miran contagian coraje y ganas de vivir en cristiano a los que quedan. Y es hermoso escucharles , saludar a quienes vamos de vez en cuando. En algunas ocasiones se nos tildó de veraneantes y excluyó en la participación. Estos animan a que volvamos, a formar comunidad con los que quedan. Nadie sobra. Todos nos necesitamos.

Llegan días de frio, de lluvia en los que al toque de campana son pocos los que acuden a la iglesia, que en muchos casos, hasta está fría y húmeda. Si no hay calefacción , por razones obvias , y si la hay porque para los pocos que van apenas vale la pena hacer tanto gasto. Y sin embargo estos tres curas van y están y les contagian su juventud o su experiencia. Les transmiten razones de esperanza. Y es necesario que así sea, porque las más de las celebraciones en estos pueblos son de funerales. Rara es la boda y escasos los bautizos. Necesitan nuestro apoyo para que no se desanimen y hagan como, laicos y clérigos, buscar mejor vida en la ciudad, al menos en invierno.

Héctor, Tino, Ángel, tres puntales de Sayago y en Sayago. Curas sencillos, cercanos , afables y amables ,creyentes, joviales cantan bien, cuentan chistes, miran a la gente de frente, no tienen miedo al cuerpo a cuerpo de cigarrillo compartido y la conversación de lo divino y lo humano. Buenos pastores, buenos predicadores. Buenas personas. Cuando vuelva el obispo por estas tierras ya no tendrá que decir como en otra ocasión que repetía : hay que querer a los curas, a los de antes y a los de ahora. Y los feligreses por lo bajo, pero audible decían, si se dejan querer, si se dejan querer. Estos quieren, se dejan querer y son queridos.