No entiendo que los poderes públicos deban meterse de lleno en los usos y costumbres, en las vestimentas escolares, en las tradiciones, en la ideología, en la fe, en definitiva en la vida de todos y cada uno de los españoles. Ese control exagerado que quieren ejercer con nosotros deberían emplearlo con las Eléctricas, con el consumo abusivo de alcohol por parte de los más jóvenes, con la alimentación insana que convierte a los niños españoles en obesos, con las drogas, con los fraudes alimentarios, con las subidas de precios abusivas, en fin, con todas esas cosas que en realidad nos importan a los ciudadanos y a las que los poderes públicos no dan importancia. A ver si se creen que con el lio de las hipotecas y la responsabilidad de los bancos ya han cumplido. Pues no.

Este metimiento que tienen es insano. Sobre todo, porque el metimiento parte siempre o casi siempre de los mismos, de los que quieren controlarlo y monitorearlo todo, de los que quieren tener todo atado y bien atado, de los que no quieren dejar nada al albur, de los que nos fiscalizan a cada paso, de los que pretender espiarnos hasta en lo más íntimo, de los que quieren un Estado intervencionista en lo público y en lo privado, que ya es el colmo. Hay que cortar por lo sano y no dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy, porque la situación lo requiere.

La última chorrada viene de Galicia. A partir del próximo curso académico los colegios de Galicia en los que los alumnos llevan uniforme escolar no podrán obligarles a ir vestidos de forma diferente según el sexo, ni imponer a las niñas que vistan falda. ¿Desde cuándo el hábito hace al monje? ¿Desde cuándo la falda es una prenda anacrónica? La propuesta ha partido de En Marea que ha instado al Gobierno autonómico a adoptar las medidas precisas para evitar este tipo de distinciones en materia de vestimenta escolar alegando que "hay que dejar atrás el anacrónico deber de acudir a la escuela con falda" ya que "constituye un símbolo de los roles tradicionales de género". ¡Toma ya!

Flaco argumento. Somos cada vez más los que empezamos a estar hasta el moño de tanta majadería de género. No todas las medidas normativas son acertadas. Esta no lo es. No me asemejo más al hombre por llevar pantalones, no me siento por encima, tampoco por debajo, de hombre alguno por llevar pantalones. Con falda me siento más femenina, pero no por eso renuncio a ponerme pantalones cuando me da la gana. El machismo y el feminismo parece ser que tienen mucho que ver con la indumentaria, según los de En Marea. En materia de vestimenta no hay roles que valgan. Las mujeres nos hemos puesto pantalones cuando nos ha dado la gana, incluso saltándonos a la torera los convencionalismos existentes, hablo de otro tiempo. Ya en el siglo XIX, una mujer, la escritora francesa Aurore Dupin, vestía pantalones, fumaba, firmaba sus libros con el nombre de George Sand y fue amante, entre otros, del novelista Sandeau, de Alfred de Musset y de Chopin.

Por eso, que vengan ahora hablando de roles de género referidos también a la indumentaria tiene bemoles. Como los tiene que partidos como PSOE y PP se dejen arrastrar por esta marea de gilipolleces. Pretender la igualdad por el tabaco, el alcohol, la vestimenta, los amantes, las transgresiones y otras cuestiones que afectan a la ética, resulta bochornoso y dice muy poco de quienes propugnan cambios que, en realidad, son imposiciones.