No me lo podía creer. Me pellizqué seis o siete veces. Apagué la tele y puse un par de emisoras a ver si allí volvía a salir la frase que había roto mi modorra nocturna. Y sí, la oí perfectamente, aunque duró poco y apenas generó comentarios de los varios tertulianos que desguazaban los asuntos del día, entre ellos el famoso y estomagante encontronazo entre el maleducado (y bastantes cosas más) Rufián y el sorprendido ministro Borrell. El rifirrafe y la posterior expulsión del repulsivo independentista se erigieron en noticia de portada, así que la Cumbre Hispano-Lusa de Valladolid pasó más desapercibida de lo que su desarrollo y acuerdos merecían. Además, se habló del proyecto, aun en mantillas, de organizar el Mundial de Fútbol del 2030 entre España, Portugal y Marruecos, tres países, dos continentes, toda una novedad, todo un reto. Y ya saben, cuando el fútbol está por medio, lo demás a la cola. Fútbol frente a despoblación. Más o menos. No hay color a la hora de su repercusión informativa.

Como soy de la vieja tribu periodística, necesité leer, palpar en papel, la frase de marras. Pedro Sánchez dixit: "Hemos planteado una estrategia ibérica de lucha contra la despoblación y, en consecuencia, de favorecimiento de la repoblación (me gusta más el término repoblar que despoblar) y de reconocimiento del envejecimiento de la población y, en consecuencia, del rejuvenecimiento de ese territorio". El presidente portugués, Antonio Costa, también socialista, asentía. El documento conjunto, suscrito en Valladolid por ambos mandatarios, recoge la "preocupación" por el avance de la despoblación en las zonas fronterizas de los dos países, la Raya, y pone el acento en la gravedad de este fenómeno en las "zonas rurales, siendo de los más elevados de la Unión Europea, con perspectivas demográficas negativas a futuro".

Nada nuevo. Lo que sí es toda una gran novedad es el reconocimiento expreso de este gravísimo problema en un acta firmada por dos presidentes de Gobierno y, sobre todo, que se hable de "repoblación". Y lo digo con especial orgullo y pena porque un servidor viene insistiendo en la necesidad de "repoblar", y no solo las comarcas de la Raya, desde hace unos 30 años y, la verdad, no he cosechado más que sonrisitas de guasa, indiferencias, respuestas tipo "eso es imposible" y gestos como que uno está para ingresas en un manicomio. Y, vaya por Dios, llegan ahora, en 2018, Antonio Costa y Pedro Sánchez y hablan directamente de repoblar.

He escrito "orgullo" y sí, esa fue mi primera sensación porque estoy convencido, y así lo he mantenido en escritos, charlas, mesas redondas, discusiones, de que es la única solución. ¿Difícil? Claro, muy difícil, pero es que no se ha intentado jamás. Ni esto ni nada. Se ha dejado envejecer y morir a los pueblos, a las zonas rurales, sin mover un dedo, como si estorbaran, como si su agonía fuera inevitable e, incluso, beneficiosa para el país; todos a Madrid y demás grandes ciudades, que allí cuestan menos los servicios y la gente se vuelve más lista. Los que se quedan son unos paletos, unos atrasados, unos fracasados. Y he escrito "pena" porque esto, lo de luchar contra la despoblación, lo de repoblar, se tenía que haber hecho mucho antes. Se ha perdido un tiempo precioso, quizás irrecuperable, como ese talento que se ha ido y que, a pesar de las buenas intenciones de Costa y Sánchez, es difícil que retorne si ahora le están pagando más y mejor en Alemania, USA, Gran Bretaña, etc. ¿Nunca es tarde si la dicha es buena? Veremos.

Bueno, pues ya tenemos el anuncio oficial de una "estrategia ibérica de lucha contra la despoblación y de favorecimiento de la repoblación", pero faltan muchos pasos. El esencial es llevarlo a la práctica, que eso se concrete en algo tangible. Y que sea pronto. Y que conlleve dinero, ayudas fiscales, discriminación positiva, modernización de servicios e infraestructuras, Internet del siglo XXI. Y que se moje Europa con partidas adicionales y específicas. En este sentido, las organizaciones agrarias ya han dado la voz de alarma: que los fondos contra la despoblación no salgan de la PAC ni del Programa de Desarrollo Rural. Es decir, que no haya cambio de cromos para, al final, recibir lo mismo, o menos, pero en más bloques. Nada de trileros, que ya tenemos bastantes. Y nada de más retrasos, parálisis y marear la perdiz. Si hay voluntad de pelear contra este problema con decisión y ganas, ¿para qué esperar más tiempo? Rápido y por derecho no vaya a ser que el día que se ponga en marcha la cacareada "estrategia ibérica" ya no que gente a la que aplicarla ni pueblos donde desarrollarla. Ojalá que lo que se dijo en Valladolid sea real y efectivo. Y si pudiera ser, ya mismo.