En política, el temporal en España es 'de agárrate y no te menees'. Pero no van por ahí los tiros. Van por lo suyo, por lo meteorológico, por la sorpresa que a muchos nos ha causado ese mar embravecido de olas gigantes que se llevaron por delante en Tenerife la fachada de un edificio, obligando a evacuar decenas de viviendas. Todo hay que decirlo, la torre, posiblemente de apartamentos, más afectada estaba en primera línea de playa. Me parece que la Ley de Costas impide que se hagan según qué monstruosidades, habría que empezar preguntándose ¿quién autorizó la edificación de esa torre de viviendas?

Con eso de que las Leyes están para saltárselas a la torera, siguen cometiéndose infracciones monumentales, en el litoral y en el interior. En unos sitios por exceso y en otros por defecto. Nunca me iría a vivir a la vera de un río, que es lo que hay en Zamora, sin embargo existen edificaciones que de subir el caudal del Duero de forma salvaje, puede poner en apuros a los propietarios de muchos hogares. No sería la primera vez.

Imágenes hay del temporal que ha azotado España y que ha puesto las alertas de todos los colores, que parecen más propias de Asia o América donde los tifones, los huracanes y los tornados las lían pardas destrozando a su paso todo lo que encuentran y, lo peor, llevándose las vidas de muchas personas. Aquí, en España, de la ciclogénesis explosiva, de momento, no pasamos. La susodicha es muy puñetera porque también las arma pardas. Tenemos un problema añadido con el que hay que contar igualmente, la gota fría que hace sus estragos, sobre todo en el Levante español donde no se libran ningún otoño.

La verdad es que para estar en otoño, en lo que a Zamora respecta no podemos quejarnos. Cuando esto escribo luce un sol espléndido, el cielo tiene ese color "azul cielo zamorano" único y la temperatura no puede ser más agradable. Que en la segunda quincena de noviembre, todavía haya terrazas puestas y que se llenen, dice mucho, lo que no sé es si ese "mucho" es bueno o malo. La verdad es que el buen tiempo invita a salir, a pasear, a tapar la calle y no para que no pase nadie, sino para demostrar que Zamora está viva, a pesar de la pérdida de habitantes. Da pena ver, llegado este tiempo, que en cuanto cierra el comercio las calles se quedan solas, vacías, sin alma. A determinadas horas, Zamora es una ciudad fantasma. Y no hace falta esperar a la madrugada o a las doce de la noche. Cuantos días, a las diez de la noche no hay ya ni gatos por Santa Clara. A San Torcuato hay que insuflarle vida porque entre los que cierran y los que se jubilan, la otrora potente calle, es ahora una sombra de lo que fue.

Volviendo al temporal, lo peor es las vidas que se cobra. Y también cabe preguntarse por qué ocurre eso, si estamos advertidos. Como es posible que una casa se derrumbe por la fuerza del agua, pillando a una anciana dentro. Si la casa no estaba en condiciones por qué no actuaron los servicios pertinentes. Hasta que no hay víctimas no se reacciona. No hay que llegar a eso. Hay que adelantarse, aunque luego el tiempo se muestre más respetuoso con vidas y haciendas. Esa falta de previsión que tienen los gobiernos municipales y autonómicos, dice muy poco de sus responsables. Menos mal que siempre nos queda la Policía Local, los Bomberos y la Guardia Civil.