Hace tiempo pensaba dedicar estas líneas al señor Carbajal, vendedor, tendero ambulante natural y residente en Bermillo de Sayago. Su constancia, su alegría, su servicio, sus precios. Todo en el me parece apreciable y elogiable. Pero he pensado que son muchos los que se llegan a nuestros más de 300 pueblos de Zamora, cuando hay gente y cuando quedan como ellos dicen cuatro gatos. Vemos como se ponen en la plaza, sacan de la furgoneta o camioneta sus mercancías. De todo, zapatillas, hilos, vestidos, escobas, batas, rastrillos. De todo. Son verdaderos genios e ingenios para meter, colocar ordenadamente en tan poco espacios cientos y cientos de artículos.

Hasta escaleras plegables que ocupan lo suyo. Son verdaderos almacene ambulantes. Vemos como mujeres u hombres, llegan, miran, prueban, manosean los artículos compran o dejan. Se sienten atendidos. Y los vendedores, tenderos, ambulantes con mucha cortesía, profesionalidad, simpatía, explican, atienden, venden, cobran, vuelven a recoger después de unas horas y con la música a otra parte. Invito a algún sociólogo que quiera hacer un meritorio trabajo y estudie los muchos y buenos beneficios que estos ambulantes han prestado en todos los tiempos y siguen regalando con sus visitas a nuestra Zamora rural, a nuestros pueblos. Y la modernización de los mismos. Llegan con artículos que a veces no encuentras en las ciudades o que tienes que recorrer una docena de calles y comercios. Allí está todo junto, a la puerta de casa y además repito, a buenos pecios, nada de buscar. El buen talante, el buen trato de estas gentes. Estos sí que saben de relaciones públicas y cordialidad. Propongo que si alguien no sabe a quién dedicar un monumento se lo hagan a los vendedores ambulantes, a Carbajal por ejemplo. Hay otro sector que es el de la alimentación representados en Garrote de Muga de Sayago y José de Luelmo. Pasean su mercancía por las calles, se paran en cada puerta y allí despachan su fruta, verdura, patatas, pescados o carnes, helados o tartas a quien demanda. Qué comodidad representa esto para mayores y jóvenes. Servicio a domicilo. Y de todo. Cuando abren sus furgonetas uno se admira de cuantas cosas y buenas nos traen. Y repito los precios. Y siempre con la sonrisa, una palaba cordial y sin prisas. También admiro la convivencia que se genera en torno a su dispositivo rodado, pues llegan unas y otras vecinas y mientras comparan se intercambian recetas de cocina casi todas saben lo que se va a comer en la casas de enfrente como va a preparar los boquerones o la merluza la parienta. Es el tiempo de hablar, de hacer vecindad. Y de vez en cuando alguno de estos ambulantes tiene la atención de regalar al pueblo un tonel de escabeche para las fiestas patronales. Hay gentes que recorren nuestros pueblos de puerta en puerta, vendan poco o mucho, el servicio es el servicio. Vemos a Boyacá, llevando periódicos, a comercios, casas particulares, residencias, a los butaneros con las bombonas del gas parando en cada puerta, otros ofreciendo cambiar los canalones o cambiar tuberías viejas. Cuando leo a la entrada de otros pueblos Prohibida la venta ambulante, pienso que sus razones tendrán las autoridades que de esta forma intentan proteger a los comercios e industrias de la localidad, que también es justo. Y lo difícil que tiene que resultar tomar la decisión acertada. Porque claro el que está, está todos los días a todas horas y el que viene, viene y se va. Pero hay aún efecto de complementariedad que es valorable. No quiero dar soluciones, intento simplemente poner en valor a estos trovadores modernos de la mercancía que con su vehículo traen cosas nuevas, vienen de lejos, contagian novedades, modernizan nuestras casas, sin olvidar a quienes detrás del mostrador esperan recoger las sobras, los olvidos, las urgencias. Muchos y buenos acercadores de mercancías para buen comer, buen vestir y bien vivir que vienen o están en nuestros pueblos, también ahora cuando la población emigra a la ciudad a invernar. Ellos nos visitan con su caravana o están detrás del mostrador, siempre esperando y ofreciendo algo un servicio bueno y necesario.