Este 18 de noviembre el Papa invita a los obispos, a los sacerdotes y en particular a los diáconos, a quienes se les impuso las manos para el servicio de los pobres (cf. Hch 6, 1-7), junto a los consagradas y tantos laicos y laicas que en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos hacen tangible la respuesta de la Iglesia al grito de los pobres, a que vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización. En el servicio a los pobres se descubre cada día la belleza del Evangelio y una oportunidad de gracia. Los cristianos en este día se sienten deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, unos hacia otros, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene.