Si hace de esto ya bastantes años, el Ayuntamiento de Zamora hubiera tenido la generosidad de ofrecer a coste cero, terrenos de su propiedad, Zamora sería hoy como alguna de las provincias de nuestra comunidad más 'industrializadas'. Porque aquí quisieron venir los que se quedaron en Valladolid o en Palencia. La Zamora burocrática, la Zamora de las trabas, la Zamora de las piedrecitas en el camino les salió al paso y acabaron marchándose sin haber venido, acabaron desistiendo más que hartos.

Ha tenido que ser el ciudadano Guarido, alcalde de esta noble y leal ciudad, el que haga realidad aquella vieja aspiración. Lo ha confirmado el propio alcalde: está ultimando un plan de industrialización del entorno de la estación de ferrocarril de Zamora que, de salirle las cosas como las tiene planeadas, dotará a los alrededores de medio centenar de parcelas industriales y de un edificio donde asociaciones y emprendedores podrán poner en marcha sus iniciativas. Genial. Ya era hora.

Estamos hablando de 56.000 metros o lo que es igual, un buen número de parcelas que permitirán revitalizar la zona y a la par revitalizar esta ciudad nuestra aletargada y como dejada de la mano de las Administraciones, que no de la mano de Dios, el día que eso ocurra, apaga y vámonos. Eso es lo que necesita Zamora, suelo industrial y gentes con ganas de emprender, con ganas de crear puestos de trabajo, con ganas de innovar sin que, por otra parte, luego lleguen las que todos sabemos y empiecen a echar por tierra los planes de los ilusionados emprendedores. Esa es la espinita que el señor Guarido sigue teniendo clavada en lo más profundo.

Bienvenidas sean estas iniciativas, partan de quien partan. En el caso que nos ocupa ha partido del equipo de Gobierno del excelentísimo Ayuntamiento y bienvenida sea. Cabe esperar que ahora no la dejen dormir el sueño de los justos y languidezca. Y si hay que atraer inversiones, gástese el dinero en publicitarlo convenientemente por tierra, mar y aire, en prensa, radio y televisión y que Zamora vuelva a llenarse de gente joven, cargada de ilusiones y de proyectos que fructifiquen en realidades que pongan el gripado motor del progreso en marcha.

Hay que dejar de hacer hincapié en las bobadicas a las que últimamente nos tiene acostumbrados la oposición, y tratar de abordar empresas mayores, empresas relevantes que contribuyan a la prosperidad de la ciudad. Se está intentando que vuelvan los militares, los que trajeron trabajo y vida a Zamora, los que dejamos marchar, a pesar del asalto al cuartel Viriato, liderado por Antolín Martín, a la sazón alcalde de la ciudad. Pero no nos vale a la mayoría que se pregone a los cuatro vientos. Tratándose como se trata de una decisión política, hay que ponerse el terno de visitas, coger el Alvia madrugador y marcharse a Madrid a parlamentar con quien sea necesario para lograrlo. No nos caería esa breva.

La breva que está a punto de caer es la del plan que ha anunciado el alcalde Guarido y que cabe esperar no se tuerza bajo ningún concepto. Ese plan pasa también por ilusionar a los emprendedores, por traerlos de fuera de nuestras fronteras provinciales, por ofrecerles algo más que terreno libre de polvo y paja. No sé si esa capacidad ilusionante se habrá tenido en cuenta. Algo hay que hacer antes de que seamos incapaces de despertar del profundo letargo en el que estamos sumidos. Zamora ofrece, esa es la cuestión.