"Todos llevamos una ciudad dentro, ciudad que nos alienta y nos acusa, la ciudad del alma?." Los versos de Claudio vienen pintiparados para la ocasión. Esta vez, su ciudad del alma que es la nuestra nos ha acusado. Bueno, quienes en realidad nos han puesto de chupa de dómine son los turistas que visitaron Zamora con motivo del puente de Todos los Santos. Gente que se ha despachado a gusto dejándonos mal parados, a nuestra ciudad del alma y a sus habitantes. Porque si en consideración de las personas que se han asomado a los portales turísticos de Internet para sacarnos los colores, Zamora es una ciudad sucia, será porque los zamoranos la ensuciamos o directamente somos sucios.

Zamora, que nos venía alentando con pequeños detalles que, no obstante, van acumulando, nos inculpa ahora de todo aquello que el índice acusador de los viajeros ha resaltado. A la pobre Zamora la han llamado de todo menos guapa. ¿Será posible que nadie haya visto y disfrutado de sus encantos, que los tiene? Hay una verdad incuestionable en todo lo que ha ocurrido, últimamente nuestra ciudad no presenta su cara más bonita. Su cara aparece embadurnada de pintadas y como el personal es poco cuidadoso y contempla las papeleras como un adorno innecesario, los suelos no están precisamente limpios. Denunciar la cuestión de las pintadas es empresa fallida y perdida. No se toman medidas y así nos luce el pelo. Zamora no se puede permitir críticas de los calibres vertidos por nada del mundo. Se nos puede ir al traste lo poco que tenemos y frustrarse las esperanzas que muy de vez en cuando reverdecen motivadas por alguna idea brillante o casi que enseguida encuentra adjudicatarios. En lo tocante a la meteorología en la que algunos han incidido, nada podemos hacer, los elementos son los elementos y si ahora toca frío, para eso en agosto hizo mucho calor. La cosa meteorológica está más o menos compensada. En lo de ciudad desértica, razón no les falta. Llegado el frío, Zamora se despuebla y encima no hay alternativas que valgan para sacar a la gente del confort de sus hogares.

No podemos permitir que se nos tache de lo que una mayoría nos viene tachando, cuando Zamora tiene encantos a montones y una gente maravillosa, aunque recia con los de dentro, agradable y amable con los de fuera. Ahí sí damos la talla. Lo de la hostelería, qué quiere que le diga. No seré yo quien se meta en berenjenal semejante pero lo que no se puede hacer es querer ganar en uno o dos días lo de todo un año o todo un mes. Encima la mala noticia tiene nombre propio, Alberto Martín deja de organizar y dirigir el Festival Internacional 'Pórtico de Zamora', una de las banderas de gloria musicales de la Zamora más internacional. Sus razones tiene Alberto, pero quiero dejar constancia de que es una pérdida irreparable. Alberto es un bien necesario al que, si se me permite la expresión, hay que sacarle el máximo rendimiento posible, porque lo vale, porque sabe, porque es meticuloso, estudioso y lleva a buen puerto todo lo que emprende.

Lo de Alberto, lastimosamente no tiene solución. Y en verdad que lo vamos a lamentar. Lo de la Zamora sucia y solitariamente sola sí la tiene. Más celo y más mimo por parte de todos. Más esfuerzo municipal y también más interés y colaboración ciudadana. De todas formas, yo creo que las críticas no han sido para tanto, ¿o sí?