Definir generaciones no es algo nuevo, se hace desde principios del siglo pasado, reduciendo los rangos de años de cada generación en la misma medida que la rapidez de las cosas evoluciona. Así, la generación Baby Boomers, producto de una explosión demográfica tras guerras y depresiones, son los que actualmente están llegando a la edad de jubilación, ocupando más periodo de años que las generaciones posteriores. Por convenio, se ha establecido que la "Generación Y" (la que trae causa) la forman los individuos nacidos entre 1981 y 1996. La "X" estaría formada por los nacidos antes de 1981 y la "Z" serían los nacidos después de 1996. Estas diferencias de generaciones se realizan con el fin de facilitar el análisis para poder conocer las características sociales que los definen sin necesidad de mencionarlas.

¿Por qué se habla tanto de la "Generación Millennials"? Está claro: porque es la generación digital que está llamada a cambiar el mundo y porque, pese a ser la mejor formada, es la más azotada por el desempleo lo que les provoca una desubicación debido a la crisis y a sus consecuencias, provocándoles la carencia de poder adquisitivo al no disponer de una total independencia económica. En el ámbito empresarial, los puestos de mayor responsabilidad aún recaen en la generación anterior. No por eso, las compañías dejan de poner el punto de mira en quienes la forman por ser sus relevos naturales. Aun así, difunden un claro optimismo de cara a su futuro laboral, siendo conscientes de que no les quedará otro remedio que luchar por un puesto de trabajo compitiendo con la Generación "Z" que vienen pisando muy fuerte. Las empresas son conscientes de que tienen que cambiar y adaptarse a ellos porque tienen nuevas necesidades, requieren nuevas demandas y son consumidores con nuevas características.

Cuando nacieron los "millennials" el mundo ya estaba hecho en toda su amplitud: infraestructuras, digitalización y bienestar los rodeaban por todos los costados. Crecieron en una época de prosperidad económica, todo ello fruto del ahorro y del esfuerzo de sus antepasados que vivieron en un mundo más complicado y pobre que el actual, cosa que les ayuda en el ideal de tener siempre la mirada puesta en el futuro y así realizarse profesional y personalmente a través de la innovación y la solidaridad con otros. Su idea no es vivir para trabajar, prefieren trabajar para vivir sin preocuparles demasiado el salario a cambio de que el trabajo sea más flexible si tienen tiempo para el ocio. Entre sus preferencias laborales están las nuevas tecnologías debido a su adicción al mundo digital, utilizando múltiples dispositivos y canales para desempeñar sus actividades cotidianas.

En cuanto a temas financieros destaca en ellos la falta del estímulo del ahorro, son consumistas por naturaleza algo de lo que son conscientes y que les pasará factura en el futuro. Sus inversiones financieras difieren bastante de las de sus padres, asumen más riesgo prefiriendo inversiones alternativas y no tienen ningún tipo de fidelidad a su entidad bancaria. No miran demasiado las ventajas fiscales a la hora de contratar un producto y sí se fijan en los costes de inversión. No disponen de un patrimonio sustancial porque les pilló la crisis justo en el momento en que les tocaba incorporarse al mundo laboral y sus salarios son más reducidos que los de sus predecesores. Lo que ganan lo tienen gastado según se ingresa por la cantidad de pasivo del que disponen. Sin embargo, los que tienen capacidad de inversión y crear activos, lo hacen sobre productos alternativos inclinándose por los que ofrezcan más rentabilidad que los bonos, aunque tengan más riesgo. Carecen de una gran formación financiera, pero, si tienen necesidad, la adquieren de inmediato por su hábito de estudio y por un mayor acceso a la información demandándola con mucho interés y constancia. Como la información que fluye por Internet la tienen en tiempo real, no la filtran demasiado bien por lo que la garantía de veracidad es prácticamente nula, provocándoles grandes riesgos de no alcanzar sus objetivos financieros futuros. Buscan intermediarios con menos comisiones de intermediación y no les importa que sean de nueva generación, es más, los prefieren a los de toda la vida porque piensan que siguen adaptados a sus padres y van muy despacio para adaptarse a la agilidad de ejecución que ellos necesitan. Cuando una inversión no les va bien, cortan por lo sano, no son tan pacientes como sus progenitores, por eso prefieren productos ágiles de ejecución. Su patrimonio no destaca por su volumen, es lógico, están empezando a invertir y las entidades no quieren perder ese tirón de tan poderoso grupo demográfico. Otra cosa que las entidades ven es que están empezando a llevar el núcleo duro de las inversiones de sus padres y, si no les ofrecen lo que quieren, no tienen ningún inconveniente en irse con su dinero a otra entidad que disponga de los productos que más interés les genere. Por eso, las grandes compañías de toda la vida están invirtiendo ingentes cantidades de dinero para cambiar su forma de hacer las cosas para amoldarse a este tren que llega cargado de clientes y múltiples posibilidades financieras. Las gestoras más tradicionales se están quedando a la cola ante esta generación que prefieren usar aplicaciones móviles para gestionar sus ahorros y hacer sus consultas financieras.

Gastan su dinero principalmente en tecnología, ropa, deporte y ocio. Se guían mucho por los "influencers" porque al compartir sus vivencias en las redes sociales la visibilidad que le otorgan a un producto es infinita. Los que viven en las ciudades se han despedido prácticamente del efectico derivando hacia una sociedad sin dinero en metálico. En el medio rural, el uso de las tarjetas está más destinado a grandes compras y al comercio online que está llenando poco a poco la carencia de comercio convencional.

Consideran que pagar por la protección de un bien es un sobrecoste añadido. Prácticamente con los únicos seguros que se sienten identificados son con los de autos, dispositivos móviles, mascotas y viajes. En este sentido, su mayor error es que a la hora de contratar el seguro se fijan más en el precio de la póliza que en sus coberturas. Por el contrario, los seguros de ahorro es algo que aún no va con ellos, ven demasiadas dificultades para el ahorro y muy lejana la posibilidad de que necesiten un colchón que les respalde en un momento dado.

Quizás por su limitado poder adquisitivo, no están obsesionados por tener una casa o un coche (las mayores inversiones que realiza el individuo a lo largo de su vida), prefieren compartir lo que ha provocado una expansión de la economía colaborativa. Pero en lo que a equipos digitales se refiere, están a la última. No son de periódico, pero se consideran bien informados (a través de Internet, claro).

Aunque la tecnología es su fuerte y el mundo de las "startups" está lleno de gente de esta generación, fácil no lo tienen porque es complicado vivir a caballo entre lo viejo y lo nuevo. Ser una generación de transición es complicado por ser los últimos en algo que luego deberán ser los primeros en lo siguiente.