Es cierto que, en demasiadas ocasiones, el reconocimiento público a los mejores de los nuestros procede más de fuera de Castilla y León que de dentro. No deja de ser una cuestión atávica que empaña el amor a lo propio y el sentimiento de orgullo de pertenencia a un territorio concreto. Digo todo esto porque, recién llegado de un periplo por varias ciudades ajenas a esta Comunidad, puedo afirmar sin miedo al equívoco que la cultura "made in" Castilla y León tiene grabadas en oro no pocas iniciativas que reciben el entusiasta reconocimiento fuera del territorio regional cuando por aquí se queda en un discreto aplauso. ¡Somos así, qué le vamos a hacer! Ejemplos de esto hay muchos y variopintos. Pero me centraré en la encomiable actividad desarrollada estos últimos días por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en el conjunto de España. ¿Cómo es posible tocar para dos reinas en apenas tres días? O, ¿interpretar composiciones transversales que han llevado en tan solo seis días a la OSCyL a actuar en los mejores escenarios de España, como son el Auditorio Nacional y el Teatro Real?

La solvencia de la agrupación sinfónica de la Comunidad está más que acreditada cuando en pocos días ha tenido que preparar tres programas absolutamente diferentes y dar lo mejor de sí misma en espacios culturales de tremenda exigencia y que son referencia cultural, sin que ello haya costado un euro a las arcas públicas porque la orquesta ha acudido en calidad de invitada. Madrid ha corroborado ese esfuerzo y solvencia de la marca de Castilla y León que ya ejerce desde hace años, y con honores, su orquesta sinfónica; haciéndolo además sin perder su compromiso con el territorio y su papel consolidado de agrupación musical de calidad en pos de una tarea tan especial como es ayudar a la divulgación internacional de la cultura castellano y leonesa. Un producto, la música sinfónica, que va más allá de lo efímero, al programar año tras año una temporada de enrome altura y complejidad que concita la participación de primeros solistas, directores de prestigio mundial y primeras voces de la lírica. Sería extenso describir aquí las cualidades de una agrupación musical que, con su intenso trabajo, eleva el atractivo propio de un territorio. Pero más injusto sería pasar por alto ese gran aplauso y reconocimiento público que cosecha la orquesta en cada una de sus salidas fuera de la Comunidad, merecimiento al que tanto contribuyó el desaparecido Jesús López Cobos, director toresano a quien precisamente a mediados de noviembre se va a rendir un emotivo homenaje en el Centro Cultural Miguel Delibes con la participación de cuatro directores de orquesta.

Ojalá sepamos apreciar con mayor consciencia lo propio y sintamos con orgullo lo que aquí se hace bien, que por suerte no es poco.