Las fiestas del 1 y el 2 de noviembre, fundamentalmente la primera, si en el calendario tiene la ubicación de este año, se ha quedado convertida en, simple y llanamente, un puente. Uno más para ponerse en carretera. Uno más para viajar. Unos para volver y otros para alejarse durante unos días que saben a poco. Lo cierto es que la mayoría vuelve. La fuerza de la tierra que abriga a los seres queridos. Aunque aquellos días de recuerdos, de flores, de buñuelos, de huesos de santo y de la inmortal obra de José Zorrilla Don Juan Tenorio, por efecto de la crisis, de las modas, de los cambios y de otras muchas cuestiones, se han quedado en una sombra de lo que fueron.

Menos mal que el grupo teatral La Tijera, un año más, da vida al inmortal Don Juan. Ya he expresado en más de una ocasión mi contento por la iniciativa de Inda Campano y su compañía de teatro. Porque esa vieja costumbre se había dejado languidecer y con la trayectoria teatral y los estupendos grupos de teatro que tiene Zamora, no se podía consentir que eso ocurra. Hay que echar el resto para tratar de mantener vivas algunas viejas tradiciones como esta. Y eso debe ser cosa de todos y cada uno de los grupos de teatro de esta noble y leal ciudad. Y si no en las residencias de ancianos. Y si no en los colegios. El caso es revivir a Don Juan. Reeditar la obra del insigne vallisoletano.

El Don Juan de Zorrilla no pasa de moda. Sigue vigente, hoy como ayer. Don Juan Tenorio, arquetipo del caballero español, cristiano y amante desmesurado, ha creado su propia escuela y se cuentan por cientos las versiones de sus andanzas y las representaciones de su drama. Las hay incluso divertidas, yo diría que desternillantes, sujetas al "morcilleo" y a la inspiración momentánea de los actores. Sólo que esas cuestiones se cultivaban más en otro tiempo.

Don Juan Tenorio se convierte en referencia de un modelo de hombre enfrentado a la muerte y al amor, a la castidad y a la pasión. No lo hay más bizarro que él en toda la literatura. Y si no: "Búsquenle los reñidores/ Cérquenle los jugadores/ quien se precie que le ataje/ Y a ver si hay quien le aventaje/ en juego, en lid o en amores"/. Ni ha habido ni habrá otro igual, tenga el rostro de Paco Rabal o los más actuales de Eduardo Noriega, Antonio Banderas o Hugo Silva. Porque, eso sí, en el papel de Don Juan no puedo imaginarme ni a Richard Gere, ni a George Clooney, ni si quiera a Brad Pitt. Tiene que ser español.

El cementerio es estos días, punto de encuentro, también con el recuerdo que a diferencia de las flores no se marchita, salvo que el cerebro se marchite. Al igual que las pastelerías son el dulce punto de encuentro de multitud de zamoranos que hacen de los buñuelos (se me hace la boca agua) y de los huesos de santo el tentempié, el aperitivo o el postre de la jornada de hoy y puede que, debido a la ubicación de la festividad sea el postre de todo el puente.

Ojalá no olvidemos estas y otras tradiciones que forman parte del ADN de España. Nuestro país se quedaría descafeinado si las vamos dejando aparcadas en la nada o si las vamos cambiando por tradiciones y costumbres ajenas que nada tienen que ver con nosotros, con nuestra idiosincrasia. Vale ya de importar tradiciones. Vamos a fomentar las nuestras y lo nuestro. Y las nuestras y lo nuestro por todos los santos son, Don Juan en lo teatral, los buñuelos y los huesos de santo en lo gastronómico y la visita al cementerio en lo personal.