El comentario que el pasado 18 de octubre publicó nuestro diario, tan interesante como necesario, habla de la puesta en marcha de medidas para evitar los cada vez más frecuentes atentados que sufre nuestro patrimonio artístico y sugiere la rápida y segura atención, que con los medios actuales de inteligencia artificial deberían proporcionar seguridad a estas históricas y sagradas piedras que constituyen un importante conjunto repartido por las 509 entidades de población de nuestra provincia.

Pero no solo merecen atención las piedras sagradas sino también esas otras que son históricas y que por desidia, olvido y abandono se deshacen, se desmoronan olvidadas por la correspondiente administración.

Estas piedras, auténticos hitos históricos milenarios, son puentes, fuentes y restos olvidados de fortalezas y castillos siguen esperando, desde su silencio, ese cuidado y llamada de atención que les salve definitivamente.

Esto es fácil comprobarlo siguiendo, por ejemplo, los restos de algunas vías romanas como la vía de Ocellum Durii a Bletisama, (Ledesma). Partiendo de Zamora nos encontramos a pcos kilómetros con puentes como el de Alcamin, o el de Judiez y en esta misma rivera aguas arriba, el de Potato, o el puente el andaluz, y varios pontones en los términos de Villanueva de Campeán y Cabañas de Sayago.

Partiendo del puente de Judiez y siguiendo esa vía, nos encontramos con el puente de las Urrietas y al otro lado del teso de Barate, el Castellum, que según el profesor Ramon Corzo Sánchez, director que fue de nuestro museo, el más importante del imperio Romano occidental, desde cuya altura podemos ver dos puentes más, uno de ellos conservado gracias a la atención del último coronel de nuestro Regimiento de Toledo quien lo restauró y limpió con mimo y esmero de la vegetación cuyas gruesas raíces levantaban los sillares que las crecidas derribaban todos los inviernos. Aguas arriba de este puente se encuentra el de Sogo. Basten estas referencias cercanas a la ciudad para sorprendernos y junto a los situados en el resto de la provincia, suman más de un centenar de ruinas que están pidiendo ayuda y reparación.

Estos humildes monumentos constituyen el testimonio claro y definido de lo que fue la civilización romana, esa que nos sigue marcando y constituye los cimientos de la civilización occidental. Estas piedras son el más claro y firme testimonio de donde procedemos y nos marcan los caminos a seguir. Bastaría el presupuesto de un par de festejos sociales para remediar, en esta parte de la provincia, la llamada de estas nobles piedras.