La izquierda radical que representan Podemos y la Izquierda Unida de Garzón, han emprendido una campaña de acoso y derribo contra la monarquía que el resto de fuerzas políticas en España deben cortar por lo sano. Estos chicos, los Garzón y los Iglesias, no es que quieran una república, que también, quieren que a España no la conozca ni la madre que la parió y se están empleando con todas sus fuerzas en conseguirlo. La hemeroteca, que es tozuda, atesora perlas de Pablo Iglesias en ese sentido que lo dejan muy mal parado.

Esta gente, con la inestimable colaboración del secesionismo catalán y el mundo etarra que tanto jalean y aplauden en la tele pública catalana, quieren acabar, por este orden, primero con la Corona y a renglón seguido con España. Iglesias incluso quiere cambiarle el nombre a España, quiere cargarse España tal y como la conocemos, su historia, sus tradiciones, especialmente las de carácter religioso y sus costumbres. Más mezquitas y menos templos católicos, más símbolos ajenos y menos cruces, obviando las raíces cristianas del viejo continente cuyas estructuras también quieren cargarse.

Si hubiera algo de sentido en todo ello, si argumentaran con veracidad, si no emplearan tanta radicalidad para salirse con la suya, que no es la de la mayoría, a lo mejor habría que meditar. Pero es que no hay reflexión que valga con esta gente que parece seguir a pies juntillas las consignas que le han dado desde fuera.

No sólo el Ayuntamiento de Colau ha reprobado a Felipe VI además de pedir la abolición de la monarquía. La Izquierda Unida de Garzón promoverá que la reprobación al Rey de España, aprobada por el Parlament de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, se extienda por todas las regiones de España. Para ello presentará mociones que la secunden en más de mil Ayuntamientos de todo el país, fundamentalmente en los gobernados por IU, que tampoco son tantos.

El Gobierno socialista ha anunciado que presentará un recurso en el Tribunal Constitucional contra las reprobaciones catalanas, y en respuesta, Garzón, marioneta del teatrillo de Podemos y cuyos hilos mueve Iglesias, ha salido por la tangente más extrema considerando la decisión del Gobierno "antidemocrática y vulneradora de la libertad de expresión". ¿Qué libertad, muchacho, la tuya y sólo tuya o la de todos?. Porque en cuanto alguien dice que Carrillo fue un asesino, que lo fue; que LLuis Companys fue un cobarde e Indalecio Prieto un expoliador, que lo fueron; que Largo Caballero era llamado el Lenin español; que la República supuso años de desgobierno, de violencia, de inestabilidad, de caos, de falta de voluntad de convivencia y yo que sé cuántas lacras más, entonces no hay libertad de expresión que valga. Entonces te tildan de fascista, su palabra favorita, de supremacista, de anti demócrata y calificativos peores.

Estos quieren darle un vuelco a la historia para tapar las vergüenzas de sus ídolos y dejar al descubierto las de los otros. España, con sus defectos y sus virtudes, es la España de la República y la Dictadura, la de la Guerra Civil, la del Descubrimiento de América y la de la Guerra de la Independencia, la de la Armada Invencible, la de los Reyes Católicos, la de la invasión musulmana, la de don Pelayo, la del Descubrimiento de América y la expulsión de los judíos, la de la industrialización y los Comuneros, la de la conversión de Recaredo y la desamortización de Mendizabal, y, por supuesto, la de estos cuarenta años de democracia con sus luces y sus sombras. Todo eso se lo quieren cargar.