Han pasado ya casi cinco meses desde aquel día de primeros de junio en el que, tras ganar una moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez y el Partido Socialista se hicieron con el Gobierno de España. Durante estos cinco meses estamos pudiendo ver en qué se van traduciendo los variopintos apoyos con los que Sánchez contó para cumplir su objetivo: presidir el Gobierno de España. Sin embargo, el espectáculo al que estamos asistiendo estos últimos días excede todo lo imaginable: el líder podemista Iglesias, haciendo una tournée de entendimiento con independentistas (encarcelados o no, huidos o no) mientras eleva el tono en su ansia de derrocamiento de la monarquía constitucional. ¿Pero de verdad cree el señor Sánchez que los españoles quieren que el Gobierno de España sea sostenido, y, por ende, mediatizado, si no manipulado, por quienes quieren desmembrar España (los separatistas) o los que quieren acabar con el régimen del 78 (los podemistas), incluida la forma de gobierno que nos dimos, la monarquía? Si algo de ética, patriotismo y decencia le queda al actual presidente del Gobierno, debería proceder a la inmediata convocatoria de elecciones, para darle la palabra al pueblo. Muchos ya hemos probado su estofado, y nos repugna.