En las notas que tomé en una larga sobremesa de hace unos días, me ha llamado la atención la que se refiere al abandono de nuestra comarca, Sayago, de los jóvenes iniciada a mediados de la década de 1950; primero tímidamente por los más: "osados", "atrevidos" o "aventureros", después le seguimos todos los demás. Las instituciones más atractivas para los sayagueses eran: el Ejército, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía, entonces "Policía Armada" como correspondía a un Cuerpo mimado por Franco y con la misión de mantener el "Orden Público" en las ciudades.

Una década más tarde con la ampliación de servicio telefónico al medio rural hubo una gran demanda de mano de obra, muchos jóvenes encontraron su puesto de trabajo en la "Telefónica", otros ingresaron en correos y algunos, no muy numerosos encontraron empleo en la industria emergente en el cinturón de Barcelona y el gran Bilbao.

En las familias de aquella época se daban las condiciones idóneas para la diáspora, no era necesario hacer ningún esfuerzo económico para la preparación de los jóvenes que aspiraban a estos puestos de trabajo. En la comarca los maestros rurales gozaban de un gran prestigio y los muchachos al ser egresados de la escuela primaria tenían un nivel cultural alto, lo cual les capacitaba para superar con facilidad los pequeños exámenes de ingreso en los Cuerpos del Estado y los cursos básicos de adaptación o técnicos según la institución en la que ingresaban. El ideal de nuestros padres era crear hijos para servir al Estado y no precisamente en los puestos relevantes, muchos de ellos los alcanzaron debido a la socialización de la carrera militar. La segunda generación, formada por los hijos de esta de emigrantes si han conseguido distinguirse en todos los campos del saber y de la carrera funcionarial.

Como en todas las comarcas hubo una elite de terratenientes-ganaderos que decidieron no seguir apegados al terruño cultivando la berza, cuatro fanegas de cereal, la oveja, unos cerdos para la matanza casera y un par de cabras para las necesidades de la familia. Muchos hicieron la carrera de Magisterio, quizá por ser más asequible según sus posibilidades económicas o por amor a la enseñanza imbuida por el maestro del pueblo. Otros fueron a la Universidad, aquello era para muchos de nosotros motivo de gran respeto, quizá de envidia, pero también de orgullo por tener uno del pueblo cursando medicina o derecho en Salamanca.

Así empezó la despoblación de mi comarca sin que nadie hiciera nada para evitarlo. Hoy para volver a llenar los pueblos sayagueses de jóvenes se necesita algo más que lo que se le ofrece desde la Administración, que son fundamentalmente, puestos de ganaderos para hombres y una jornada de trabajo de sol a sol.

(*) Concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Peñausende