Cada día, pasear por las calles de nuestra ciudad se convierte en un recreo para los sentidos, porque podemos ver multitud de detalles que nos identifican como portadores de valores históricos.

No se trata solamente de los monumentos y edificios antiguos, que ahí están desde hace siglos, sino también de la vida cotidiana durante la que se puede aprovechar cualquier pretexto para evocar recuerdos y dar testimonio de nuestra forma de ser.

Vemos aumentar , sobre todo los fines de semana, los grupos de turistas que vienen a conocer los monumentos románicos y se recrean en un ambiente que, posiblemente, no apreciamos quienes aquí vivimos.

Lamentablemente, he escuchado a muchos zamoranos: "es que Zamora no tiene vida", "tenemos que buscar el porvenir fuera". Y es posible que tengan razón en lo referente a ganarse el pan de cada día, pero lo que agrada a nuestros visitantes es, aunque solo sea en sus breves horas de estancia aquí, encontrar la relativa paz del tráfago urbano, el poder deambular por las calles peatonales, encontrar rincones que les impregnen de tipismo, o sorprenderse de vez en cuando con el paso de grupos folklóricos que, a los sones de la gaita y el tamboril lanzan al aire las alegres notas de la música de la tierra y exhiben los colores de las vestimentas de carbajalinas y sayaguesas.

Los forasteros no vienen aquí a buscar trabajo, que aquí no hay ni para los residentes; vienen a recrearse en la contemplación de las antañonas piedras que rezuman arte e historia y a evadirse de los agobios que tienen en sus industriosas ciudades de origen. Vienen a ver lo que aquí tenemos y que nosotros no sabemos o no queremos ver , aunque está delante de nuestros ojos cada día.

Nuestros valores se remontan a un pasado que debemos conservar para que nos abra camino de futuro. Nuestras tradiciones, la Semana Santa, los monumentos románicos, los edificios modernistas, el folklore manifestado mediante músicas y danzas, las mascaradas, los gigantes y cabezudos, todo ello servirá para que se nos conozca y se nos aprecie allende nuestro territorio local .

Recuerdo con amargura que, hace muchos años, encontrándome en el sur de España, cuando dije que era zamorano, alguien preguntó: "¿donde está Zamora?. No estoy seguro si en aquel momento sentí dolor por ser mi Zamora desconocida, o sentí pena porque quien preguntaba era una persona ignorante y escasa de cultura.