La reforma de la educación en España es un continuo tejer y destejer legislativo propiciado por los sucesivos cambios de gobierno. Algún docente amigo comparó esa tarea con la que ocupó durante años a Penélope, la bella esposa de Ulises, para mantener entretenidos a los pretendientes que la cortejaban durante la larga ausencia de su marido, que se había ido a luchar a la guerra de Troya. La astuta mujer prometió que se desposaría con uno de ellos una vez terminase la tela que estaba tejiendo para el rey Laertes, pero de noche deshacía lo que había hecho de día, con lo que la espera se prolongaba indefinidamente. Descubierto el engaño por una criada, se vio abocada a elegir un nuevo esposo pero en estas volvió Ulises y mató a todos los pretendientes.

Con la reforma educativa en España pasa algo parecido y lo que un gobierno de centro derecha (por decir algo) teje viene luego otro de centro izquierda (también por decir algo) y lo cambia con el Boletín Oficial del Estado en la mano. El último movimiento del telar se produjo por la Ley Orgánica 8/2013 de 9 de Diciembre, también conocida como la Ley Wert porque fue Juan Ignacio Wert, entonces ministro de Educación de Mariano Rajoy, el que la defendió en el Parlamento. El señor Wert, especialista en estudios de opinión y encuestas, había sido consejero áulico del político de Pontevedra y persona de su máxima confianza. Claro que, en política, ser eficaz en la sombra no garantiza el éxito cuando hay que salir a dar la cara. Y en esa segunda faceta, sobre no ser demasiado fotogénico, Wert se mostró prepotente y despectivo y dejó para la historia una frase tan chirriante como aquella de "españolizar a los estudiantes catalanes". Por lo demás, casi ninguno de los objetivos buscados por el legislador (algunos tan polémicos como dar rango académico a la asignatura de Religión o la subvención a los centros concertados que separan a los alumnos por sexo) tuvo aplicación práctica. Wert fue cesado, pero como premio de consolación Rajoy lo nombró embajador ante la OCDE, un cargo muy bien remunerado.

Ahora, el gobierno de Pedro Sánchez se propone modificar las reformas pretendidas por el PP, lo que supone, entre otras cosas, apoyar la escuela pública, recuperar la participación en los consejos escolares, quitar valor académico a la Religión e instaurar una asignatura sobre Valores Cívicos, que se supone ha de ser heredera en contenidos de la llamada Educación para la Ciudadanía. Pero, ademas de eso, la reforma incluye la revalorización de las materias de Filosofía y de Ética, que Wert había dejado maltrechas, y ahora se declaran obligatorias. "Creemos que con ello -dijo la portavoz del Gobierno- ayudamos a los alumnos que crecen en una sociedad hiperconectada a desarrollar un pensamiento crítico que les permita distinguir lo importante de lo accesorio y los fundamentos del mundo en el que vivimos". El rescate de la enseñanza de la Filosofía se hacía urgente. Últimamente, los únicos que hablaban de Filosofía a todas horas eran los entrenadores de fútbol y los empresarios. "Nuestra Filosofía" decían para aludir al sistema de juego o al modelo de negocio.