Mientras supermercados y comercios, en general y en particular, preparan calabazas de todos los tamaños y negras arañitas convenientemente colocadas en marañas de algodón para celebrar Halloween, Indalecio Álvarez Campano y el grupo teatral La Tijera, se esfuerzan, un año sí y otro también, por dar vida, por revitalizar la historia del burlador de Sevilla, de Juan Tenorio, Don Juan, el seductor universal. Y es de agradecer el empeño porque no se puede perder, de la forma que España está perdiendo, viejas tradiciones como la de representar, coincidiendo con los días de Todos los Santos y los Santos Difuntos, la inmortal obra del vallisoletano José Zorrilla.

Habrá quien diga que la figura del don Juan zorrillesco está obsoleta porque, en realidad era un crápula que por donde quiera que fue "la razón atropelló, la virtud escarneció, a la justicia burló y a las mujeres vendió". Estimo que estos versos están vigentes a día de hoy, por lo tanto la obsolescencia no es real. Los crápulas siguen existiendo, los seductores también y de alguna manera, con mayor o menor elegancia, siguen atropellando, escarneciendo, burlando y vendiendo todo lo que se les pone por delante, fundamentalmente a las mujeres. Da la sensación de que miles de españoles llevaran el ADN de don Juan.

No entiendo ni entenderé nunca que España se haya resignado de la forma que lo ha hecho, postergando sus viejas tradiciones por otras que forman parte del calendario de tradiciones de países que nada tienen que ver con el nuestro. A Estados Unidos se le pone de vuelta y media para unas cosas y para otras se torna en ejemplo a seguir. ¡Tiene bemoles! Tampoco entiendo que los colegios, tanto los concertados como los públicos, hayan adoptado Halloween y se hayan adaptado a su tiranía, la de unos disfraces absurdos.

Hubiera sido más bonito, más español, mantener la tradición de representar a Don Juan y que los niños salieran ataviados con la indumentaria que caracterizaba a Brígida, Inés, Luis Mejía, don Gonzalo, Juan Tenorio, Ciutti, en fin, los distintos personajes creados por Zorrilla. Sería igualmente digno de encomio que los grupos de teatro zamoranos, todos a una, llevaran por calles y plazas, recitando sus versos, esta historia que La Tijera recrea en la escena del Teatro Principal, con una brillantez y una profesionalidad admirables.

Si no me equivoco son ya más de diez años realizando esta representación. Y cada año, mejor. A Inda y a La Tijera hay que darles las gracias por perseverar en lo suyo que es el teatro, también hay que darles las gracias por la valentía de resucitar a Don Juan y preservar así una tradición que entre todos nos hemos cargado o casi. Lo mejor es que Inda y su elenco llenan, abarrotan el teatro un año y otro. Es buen síntoma. Hay que volver a los clásicos y no apostatar de ellos. Menos mal que don José Zorrilla y Moral nació un 21 de febrero de 1817, porque si llega a ser contemporáneo alguien lo hubiera tachado de franquista. Mire la suerte que ha corrido otro ilustre de nuestras letras, don José María Pemán, periodista, poeta, dramaturgo, guionista, ensayista, notable orador, invisible incluso en los libros de texto.

Gracias a Inda y a La Tijera, Don Juan vive. Y eso a pesar de que: "Tiene que es diestro y es zurdo, que no cree en Dios y le invoca, que lleva el alma en la boca y que es lógico y absurdo".