La Iglesia celebra hoy el dia del Domund (Día Mundial de las Misiones). El papa Francisco con lucidez dice: "Ve con Él a curar las heridas de tantos hermanos tirados al borde del camino. Ve con Él a sembrar esperanza en pueblos y ciudades. Ve con Él a renovar la historia".

Es un reto más que desafiante para los cristianos, en un momento delicado para la Iglesia. Reconociendo y asumiendo todos los pecados, los 12.000 misioneros españoles que no aparecen en los medios de comunicación son la voz que se alza ante tantos que no tienen voz. No hacen otra cosa que poner en práctica lo que dijo e hizo Jesús.

En el Evangelio, Jesús nos pone ante un dilema: o estamos con los poderosos que tiranizan con su poder, o nos ponemos al servicio de todos para que muchos puedan salvarse. Y la única razón que da para actuar así es su propia manera de vivir: el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir.

Jesús estaba diciendo a sus discípulos que iba a padecer y ser entregado. Pero no quisieron enterarse. Eran tozudos y solo preocupados por alcanzar las cotas de poder como cualquier poderoso o reyezuelo de todos los tiempos, o como cualquiera que desea la ambición y el interés por encima de todo. En aquel ambiente Jesús les pone en el disparadero, les rompe todos sus esquemas: "no ha de ser así entre vosotros; al contrario, entre vosotros, el que quiera hacerse grande ha de ser servidor vuestro, y el que quiera ser primero, ha de ser siervo de todos"(v 43-44).

Hoy la Iglesia y el mundo necesitan líderes al servicio del pueblo, que es el único modo de ejercer el poder con dignidad. Personas que se coloquen en la cola de la sociedad para empujar a los pobres hacia arriba, que se echen a los hombros la difícil tarea de caminar hacia la muerte para hacer el milagro de que el pueblo recupere la vida, la ilusión y la esperanza, y se acabe esa cadena sin fin de poderosos cuya fuerza es la usurpación del poder del pueblo. Porque en política, en religión y en la vida solo manda con autoridad quien sirve al pueblo sin condiciones.

Tenemos que reconocer que somos las personas con nombre y apellidos las que seguimos actuando sin tener en cuenta el Evangelio. En la historia en pocos siglos después, los cristianos volvieron a considerar correcto lo que Jesús había criticado tan duramente. Por eso, lo que tenemos que tener claro es que somos cristianos en la medida que nos damos a los demás. Dejamos de serlo en la medida que nos aprovechamos o queremos ejercer cualquier tipo de dominio. Tú puedes ser el 12.001.