El ahorro es uno de los cimientos de la prosperidad al nacer de él la inversión y la acumulación de capital para incrementar la productividad. Por lo tanto, gravar fiscalmente al ahorro de una manera desproporcional es una medida incompatible con la producción. Al ahorro se le grava a través de las rentas del capital y a través de la tributación patrimonial. Atendiendo a esas dos premisas, tributa por el IRPF, por el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, por el Patrimonio y, más pronto que tarde, se le añadirá la Tasa sobre las Transacciones Financieras.

Esta tasa no es algo que surja de las nuevas inspiraciones recaudatorias, ya se creó algo parecido en el año 1694 en la Bolsa de Londres, con la implantación de un impuesto de sello pagadero por el comprador de las acciones, que debía acompañar al documento oficial para formalizar la compra. Posteriormente, la propuso Keynes, en Wall Street, para evitar la especulación excesiva de los traders que con sus operaciones aumentaban considerablemente la volatilidad de los Mercados y James Tobin, como buen discípulo, asumió como buena la idea de su maestro y la migró de los Mercados Financieros a los Mercados de Divisas. Tal fue la popularidad del impuesto que se le puso el nombre de "Tasa Tobin". J. Tobin, estudioso de la política monetaria y fiscal, de las inversiones y de los Mercados Financieros, defendió la idea de que los gobiernos debían de intervenir en la economía de los países con el fin de estabilizar la producción total y evitar las recesiones.

Lo que en un principio surgió como una tasa sobre las transacciones de divisas, con el fin de amortiguar las fluctuaciones en los tipos de cambio provocadas por la especulación, se ha convertido, en la actualidad, en un impuesto basado en fines políticos y electoralistas junto a intereses financieros con una mezcla de fiscalidad recaudatoria.

Todo comenzó en el año 1971 (siendo presidente de los EE UU Nixon) con la abolición de la conversión del dólar en oro intentando así estabilizar los sistemas de cambio. Sin embargo, James Tobin entendía que la mejor forma de alejar a los especuladores era cargar con una tasa (entre el 0,02% y el 0,5%) cada cambio de una moneda a otra porque, este tipo de inversores, realizan muchas operaciones en muy cortos espacios de tiempo lo que le supondría pagar el impuesto muchas veces. De esta forma se evitaría el aumento de los intereses que tienen que aplicar los países para que la moneda siga siendo atractiva para los Mercados. En definitiva, lo que pretendía era encontrar la forma de estabilizar la volatilidad del tipo de cambio.

De ahí, a lo que se pretende en la actualidad que sea la Tasa Tobin, hay una serie de matices que disciernen bastante. Ahora será un impuesto que gravará, cuando se imponga, con un 0,2% las transacciones de acciones españolas, ejecutadas por operadores del sector financiero, para las empresas cotizadas con más de 1000 millones de euros de capitalización, excluyendo la deuda, los derivados, las acciones de pymes y empresas no cotizadas. La idea final de la imposición de esta tasa es financiar el quebrado Sistema Público de Pensiones.

La experiencia que ha dejado la tasa impuesta en otros países no ha sido, en lo que a recaudación se refiere, muy gratificante. Se ha implantado en países como Suecia donde la recaudación ha sido la mitad de lo que en principio estaba prevista apreciándose una caída considerable de la negociación. No hace falta ser una eminencia en finanzas para saber que, si se aplica un impuesto sobre las transacciones financieras, éstas disminuirán significativamente y, de una forma proporcional, el efecto recaudador. En los países donde se aplicó la tasa y luego fue eliminada con posterioridad, los volúmenes de negocio disminuyeron con la imposición y volvieron a su normalidad al suprimir el impuesto.

La CNMV, Inverco y BME ya han salido al paso para criticar el impacto negativo que tendrá en las inversiones modificando la toma de decisión que seguirán los inversores. En realidad, no les falta razón porque al final resultará más barato comprar acciones de empresas cotizadas en el extranjero que las que se compren en España. Para BME, esta medida distorsionará la distribución de la propiedad de las empresas cotizadas, poniendo en cuestión el atractivo de estas acuciado por la drástica reducción de la contratación bursátil afectando a la menor recaudación del impuesto. Y añade que "en un entorno global y competitivo como el actual, esta medida genera desconfianza en la comunidad inversora, producirá inequidad y arbitraje fiscal con otros países de nuestro entorno".

El contexto de la subida de impuestos, sean de la índole que sean, generan muchas incertidumbres entre los ahorradores-inversores, tanto locales como institucionales. Esas incertidumbres se trasladarán a los ámbitos del Tesoro que, a su vez, afectará a la Deuda contratada en el mercado secundario. Los Fondos también se verán drásticamente afectados estimándose en una reducción de su rentabilidad en un 8% en 25 años pagando, claro está, los partícipes estos caprichos populistas.

A mi entender, si España impone esta Tasa, nos sentiremos perjudicados porque las inversiones se deslocalizarán a otros países que sean ajenos al impuesto, debido a que las economías deben estar basadas en el libre mercado. La recaudación no viene de la mano del aumento de las tasas de impuestos, viene si los ciudadanos y empresas ganan más. Según la OCDE, los pobres pagan más impuestos sobre el ahorro que los ricos, debido a que los activos en los que invierte el ahorrador con rentas bajas pagan un tipo más elevado que los activos en los que invierten los ahorradores con rentas altas, al realizar estos últimos una planificación del horro más efectiva permitiéndoles reducir, de forma legal, su fortuna fiscal. En el fondo, y cada vez más me reafirmo en la idea de que el problema radica en la escasa cultura financiera que manejamos.

Al final, si no imponen esta Tasa, será otra similar. Comenzará, como todos los impuestos, siendo con un bajo tipo impositivo. Pero ya sabemos lo que pasa siempre: los impuestos empiezan siendo bajos y luego se convierten en sangrantes. No es necesario que ponga ejemplos.

(*)Trader Independiente

@ToGarMos