La fuerza de la gravedad hace que todos los cuerpos sean atraídos hacia el centro de la Tierra. Es imposible evadirse de ella salvo con un ingente gasto energético que permita alejarse de la superficie y más allá de la atmósfera terrestre. De acuerdo con un antiguo chiste, lo más importante es que permite que los habitantes del hemisferio sur mantengan sus pies pegados al suelo y no se caigan hacia el vacío.

Pedro Sánchez es presidente del Gobierno del reino de España gracias a la conjunción magnética de varias fuerzas políticas significativas en número de escaños. Nada anómalo por sí mismo en un sistema de democracia parlamentaria como es el nuestro pero en el que la unión de esas diferentes fuerzas tiene mucho menos que ver con la atracción entre ellas que con el rechazo de cualquier otra opción.

Cuando el partido que ostenta el Gobierno no salió de las urnas siendo la primera fuerza política sino con un tercio menos de votos y representación que la mayoritaria y necesita sumar todo un "collage" de siglas y representaciones muy minoritarias y por lo demás prácticamente irrelevantes, ya las cosas empiezan a distanciarse de la analogía con las leyes de la física. Cuando los intereses de todos los que conforman la coalición parlamentaria son tan distintos entre sí que de forma natural generarían dispersión y no conjunción la única forma de mantener ésta es con asistencia artificial entre ellas.

Demostración, el día de la Hispanidad (por mucho que el concepto se haya preterido desde hace años por ese complejo absurdo de los españoles, asentado en la llamada "leyenda negra" instigada por países que creaban "reservas indígenas" mientras España, en el mismo continente, fundaba universidades y generalizaba el mestizaje), y día nacional de España ningún representante distinguido de los partidos que apoyan el gobierno del PSOE (con solo 84 diputados) acudió a los actos de conmemoración institucional.

La pregunta es cómo de serio puede considerarse un país, cómo de estable su funcionamiento institucional y cómo de previsible su futuro, cuando sólo un tercio del parlamento respalda al Gobierno y a la vez defiende el marco constitucional. Cuando los otros dos tercios o bien son oposición (caso de PP y Ciudadanos que suman 166 escaños) o bien son antisistema al abogar sin complejos por la ruptura con la Constitución del 78 ya sea desde la extrema izquierda de Podemos, bien desde el independentismo catalán y vasco.

Como vienen demostrando filosofía y ciencia, sobre todo de un siglo para acá, las reglas que rigen los fenómenos sociales son básicamente las mismas que ordenan los fenómenos naturales, de modo que tratar de mantener gobiernos sustentados sobre la nada viene a equivaler a negar la vigencia de la ley de la gravedad, lo cual se puede hacer libremente -no sin riesgo de que te traten de majadero- pero no por ello dejará de regir nuestros destinos.

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