El tenista español Rafael Nadal encarna, en cualquier circunstancia y lugar, los más grandes valores universales: el compañerismo, la solidaridad, la reciedumbre, la generosidad, el esfuerzo, la superación, la nobleza, el afán por la victoria, el pundonor? Rafa Nadal es, por derecho propio, una de las más importantes figuras de nuestro tiempo y, tengo para mí que de todos los tiempos. Rafa Nadal es muy superior, en todos los órdenes y sentidos, a tantos y tantos personajes y personajillos a los que hemos colocado, inexplicablemente, en el podio que no les corresponde.

Rafa Nadal es el novio que todas las chicas quieren tener, el hijo que todas las madres anhelan, el nieto que todas las abuelas sueñan, el hermano que todos deseamos. Por Rafa hablan los hechos, las obras que son amores muy por encima de las buenas razones. No me extraña que, merced a sus gestas deportivas, ocupe portadas en los diarios más importantes de España y del mundo. Como tampoco me extraña que merced a sus proezas humanas, que Rafa convierte en algo natural, Nadal se lleve de calle portadas, comentarios, respeto y verdaderos ríos de tinta admirativos.

Rafa ha vuelto a demostrar que es un ciudadano ejemplar, que es un hombre cabal, que es un ser humano excepcional. No quiero ahorrar ni un solo adjetivo de los muchos, de índole laudatoria, que le corresponden. Rafa lo mismo viste un esmoquin de Armani para recoger un premio o asistir a una gala, que se pone el traje de faena, como ha hecho en su Mallorca natal, para arrimar el hombro en esos momentos duros y dolorosos que ha sufrido la población de la zona del Llevant mallorquín y más concretamente Sant Llorenç des Cardassar. Rafa se enfundó las botas de agua, se puso el traje de faena y comenzó a tirar de pala como un vecino más. Con barro hasta en las cejas pero con el coraje que acredita. No ha sido su intención aparecer en foto alguna, ni que alaben su gesto, lo hecho ha sido a impulsos del corazón. Sin embargo su foto, de tal guisa, ha dado la vuelta al mundo y ha sido portada del rotativo británico The Times, mientras trabajaba denodadamente para tratar de mejorar la situación de tantos de sus vecinos. La lección de Rafa no puede pasarnos desapercibida, fundamentalmente a los políticos que se apuntan al bombardeo de la foto, pero que acuden al lugar del siniestro, impecablemente vestidos, calzados y perfumados.

Pues no señor, hay que bajar al barro y pisar el barro como ha hecho Rafa. Menos palabras de solidaridad y más hechos. Tengo ganas de ver a un político haciendo lo que ha hecho Rafa Nadal. Tengo ganas de ver a un político rehuyendo la foto mientras arrima el hombro para algo tan simple como ayudar a sus semejantes. Aunque sea por aquel principio un tanto egoísta de 'hoy por ti, mañana por mí'. De Rafa no sólo habla bien la prensa nacional e internacional. Incluso la francesa a veces tan chauvinista y etnocentrista. De Rafa Nadal hablan bien sus compañeros de todos los deportes, los más y los menos conocidos. Y todos, sin excepción, lo hacen con admiración porque conocen la pasta especial de la que está hecho este mallorquín universal. No quisiera morirme sin conocerle personalmente, sin decirle lo que sus actos nos ayudan a crecer en valores como los que a él le sobran, a todos cuantos le admiramos y queremos de corazón. Gracias Rafa.