Conocí a Miguel Manzano cuando daba mis primeros pasos en Radio Popular de Zamora, mediada la década de los 70 del pasado siglo. Acompañé al grupo "Voces de la Tierra", que por entonces dirigía, en algunos conciertos y emitimos en la programación local de la emisora, que ocupaba de 08,30 a las 00,30 horas, algunas grabaciones en directo de sus conciertos. La tecnología de entonces no permitía alcanzar las sensaciones del directo del grupo, ni la fuerza y la energía con la que Miguel dirigía a un puñado de voces de cantantes aficionados a los que logró conjuntar en un sonido realmente maravilloso. Muchos encontramos en aquellas músicas una forma de amar al folclore, que hasta el momento nos llegaba con el monótono sonido de las gaitas, los tamboriles, el almirez o el rascado de la botella de anís. La música que yo descubrí en el conjunto músico-vocal "Voces de la Tierra" sonaba más viva, más alegre, más dinámica, más moderna. Eran tiempos en los que empezábamos a abrirnos a nuevas formas de entender la vida, a una sociedad que cambiaría a velocidad de vértigo, a una vuelta de calcetín que, digan lo que digan algunos ahora, asombró al mundo entero.

Miguel siempre fue un adelantado a su tiempo. Con él descubrí los "Salmos para el Pueblo", sonidos diferentes para una iglesia que también se abría, para una sociedad que quería el color frente al blanco y negro. Descubrí entonces otras obras como "Aquí en mi tierra", un Lp que conmueve todavía hoy. Y "El Mundo en mi casa" un disco diferente y maravilloso de "Voces de la Tierra", para el que Miguel compuso una música vibrante, que emociona, que da vida a una letra de por si viva y que permite a un genio como Pedro Iturralde, lucir el dominio virtuoso del saxofón con las vibrantes notas salidas de la cabeza de Miguel.

Ya en Valladolid me reencontré con Miguel en "Alollano", grupo con el que hicimos interesantes proyectos y que ejecutó una muy buena colección sobre el folclore de Zamora y de Castilla y León. Han pasado casi 50 años de nuestro primer encuentro y hace apenas dos meses estuve otra vez en su casa y le vi, le escuché sentado frente al pentagrama, al moderno pentagrama que le ofrece el ordenador, componiendo, cantando e imaginando proyectos como el primer día.

Miguel es un orgullo para la música en general y para la religiosa en particular. Es un orgullo para los zamoranos y para quienes le conocemos. Su voz, melódica y confortadora, habla siempre con pasión de las notas, de la música de calidad. Convence de la necesidad de trabajar y difundir la música como un elemento de la vida que enriquece el alma. A él debemos la magnifica aportación de los coros en nuestros desfiles procesionales de Semana Santa, con temas como "Crux Fidelis" o "Jerusalem" que son identidad de sus cofradías.

Hace ahora 50 años editó Salmos Para el Pueblo. ¿Se puede concebir una misa sin el canto de entrada musicado por Manzano? ¿Se puede concebir un canto de despedida en los momentos más difíciles sin la llamada a la calma para el alma musicada por Manzano?. Los Salmos de Miguel supusieron una revolución en la música de nuestra iglesia y a partir de entonces sonidos que apenas habían entrado en los templos los inundaron.

En Tierra Santa o en Turquía, en países en los que se recuerda a los primeros cristianos, al asistir a la liturgia de la misa he escuchado el canto de entrada de Miguel Manzano. He sentido la intensidad del momento y el orgullo de conocer al autor de piezas que son universales y que pervivirán muchísimo más allá de los 50 años que hoy conmemoramos.