Me parece que fue Mariano Rajoy quien un día se quejó de la tropa que comandaba en la que tenía de todo un poco, bueno, malo, regular y pésimo. En las viñas políticas también hay de todo, como en la del Señor. Hasta la fecha y hasta donde se sabe, por lo menos públicamente, Pedro Sánchez no se ha quejado todavía de su propia tropa, la que ha dado al traste con todos sus compromisos éticos, personales, políticos y profesionales. En el PSOE son de otro jaez, se amparan, se defienden aún ante lo indefendible y cuando más arrecia la tempestad, se espera a que escampe. En el PP son más cainitas.

Aunque lo disimule, a Sánchez la tropa le está dando buenos disgustos. Debe de interiorizarlos en exceso porque con la que estaba cayendo, él siguió con su gira, haciéndose fotos de estudio en plena calle y en plan Trump. La foto con el americano y Melania fue la misma que se hicieron todos los demás, no hubo deferencias de ningún tipo, a pesar del afán de nuestros amados presidentes por fotografiarse con sus homólogos norteamericanos. Por cierto, ha sido muy criticado el vestido de Begoña, su esposa, en los foros de moda y en los que no son. En internet se han cebado. Es lo que tiene la exposición pública.

A pesar de su intento por recomponer el gesto, Pedro Sánchez tiene, por fuerza, que estar trinando. Los pilares claves de su discurso están en entredicho. Como lo están los de Pablo Iglesias, amigo de contradicciones flagrantes que hay que poner de relieve para contrastar. Desde que entró a formar parte de la casta, antes incluso del casoplón de más de 660.000 euros, no ha vuelto a mencionar el adjetivo con el que calificaba a todos los demás a diestro y siniestro, fundamentalmente a diestro, sin duda su diana favorita.

Tampoco se libra Rivera, líder de Ciudadanos. Hay que tener memoria. La memoria nos lleva a recordar que afirmó que no apoyaría ni a Sánchez ni a Rajoy y sin embargo alcanzó un acuerdo de investidura con el socialista y un pacto para aprobar los presupuestos con el PP. Incluso el ex presidente de la Generalitat de Cataluña, el ahora olvidado Arturo Mas, uno de los artífices de todo lo que ocurre en Cataluña, reivindicaba una Catalonia independiente pero en una entrevista en la CNN admitió sin tapujos que más de la mitad de los catalanes no quiere que Cataluña se separe de España. ¿En qué quedamos? ¿Independencia sí o independencia no? Esto es como lo de la Parrala.

Ya que la moviola está en marcha, hay que recordar otro episodio, éste protagonizado por Mariano Rajoy. Prometió no subir impuestos y los primero que hizo al llegar a La Moncloa fue ponerlos por las nubes. Para que hablaran tanto, sabiendo que por la boca muere el pez y ellos son peces de todas las magnitudes. Algunos son auténticos escualos. El que más daño ha hecho a su propia palabra ha sido Pedro Sánchez. Afirmó que su intención al proponer una moción de censura era ganarla y convocar elecciones inmediatamente y ahora, con permiso de sus ministros, espera llegar a 2020, espera acabar la legislatura. Le ha cogido saborete al cargo y le va a resultar muy difícil desprenderse de ese regusto que deja el poder. Pero, ojo, sabido es que poder y gloria no caminan juntos.

Ya nada digo del lío en el que están metidos Pedro Duque y especialmente la ministra de Justicia, Dolores Delgado que se ha retratado a sí misma.