Según la noticia de este diario, una empresa belga de aerogeneradores va a venir de la mano de los alcaldes sayagueses de Bermillo, Muga y Almeida, que han puesto a disposición de la empresa los Montes de Utilidad Pública -no sabemos si mediante alquiler, venta o gratis total- y de la Diputación, de la que aún se sabe menos qué aporta a este proyecto además de su apoyo triunfal. Dicen que creará 200 puestos de trabajo en la construcción que se quedarán en 25 o 30 durante el funcionamiento.

En las páginas dedicadas a la Comunidad de la misma edición en que parece la buena noticia, se informa que a la puerta de la empresa danesa Vestas que fabrica motores eólicos en Villandangos del Páramo de la vecina León, los trabajadores están acampados en protesta por la tramitación de un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) para los 362 empleados, tras haber despedido a 180 eventuales durante el verano.

Si en el caso de la empresa belga en Zamora están acompañados de los cargos públicos locales, en el caso de la empresa danesa de León es la Consejera de Economía quien acompaña a los trabajadores en huelga, y acusa de deslealtad a Vestas porque ha recibido subvenciones públicas y se está deslocalizando; o sea, se marcha a China e India.

Y es que el capitalismo es lo que tiene: que se mueve por los beneficios y no con criterios sociales, salvo excepciones que ojalá sea la de esta empresa. Y respecto a la implicación de los poderes políticos, no podemos olvidar que los anuncios y alegrías por la instalación de empresas de energía sostenible en la Comunidad, acabaron en muchos casos y no hace tanto tiempo en la "trama solar" y la "trama eólica", casos lamentables de corrupción político-empresarial. ¡Ay! Amigo Sancho, que pueden ser gigantes y no molinos.

También los pueblos de la provincia están en el ojo de mira del capitalismo, que en un afán de filantropía tras conocer la despoblación que nos invade, ha decidido instalar macrogranjas de miles de cerdos.

¿Para repoblar? ¡Pues no será por falta de chorizos!

Las protestas de los pueblos vivos, "que no estaban muertos, que no", al menos han evitado de momento que los cargos públicos se pongan al lado de las empresas de ganadería industrial. Incluso en muchos pueblos todos los concejales se han puesto al lado de sus vecinos, declarándose libres de macrogranjas, a quienes temen más que a la peste porcina, la auténtica, que también se está extendiendo.

Hace muchos más años y con más sigilo, el capital decidió apostar por los supermercados que acabaron con las tiendas de alimentación de los barrios y pueblos; por las franquicias que cerraron el comercio de toda la vida, y por los hipermercados que arrasaron con todo lo que faltaba por cerrar: muebles, ferreterías, mercerías? y hasta el ocio con bares, restaurantes y cines. También los políticos de la época apoyaron a estas grandes empresas comerciales, les facilitaron suelo y trámites, y les dieron apoyo moral. Al hacerse poco a poco y con la felicidad cómplice de la parte de consumidores que somos, no hubo conciencia de que con estas apuestas se destruían miles de puestos de trabajo. Tan bien lo ha hecho el capital, que además han conseguido que los comerciantes que han cerrado sus puertas y los vecinos de la ciudad echen la culpa por la competencia desleal al mercadillo ambulante. "Cosas veredes, amigo Sancho".

Y el pueblo, ¿qué opina de esto? Pues como se ve en estos tres ejemplos: o protesta como en las granjas de cerdos; o no se da cuenta y echa la culpa a otros como en el comercio; o aplaude, como puede suceder ante la empresa eólica porque es un proyecto de energía sostenible y el aire es gratis y abaratará la energía y no van a quejarse ni los ecologistas que ya es decir. Eso sí, la energía barata como la del sol y el aire no va a bajar el recibo de la luz, porque el capitalismo lo tiene bien amarrado, y sube o baja el precio en función de su única ley: la de la oferta y la demanda. Estamos condenados. ¡Ay! que quizás tuviera razón el caballero Don Quijote, y no sean molinos sino gigantes de los brazos largos "que los suelen tener algunos de casi dos leguas".

Finalizando con el asunto de la empresa de molinos con el que empezaba este escrito, una última reflexión: ¿cómo es posible que en León cierren una fábrica ya instalada de motores eólicos y en Zamora quieran instalar molinos de viento? ¿La inversión en esa energía es rentable o no? ¿Dónde es rentable? ¿Por qué?

"Si es que están locos estos romanos", como pensamos los resistentes de la aldea gala zamorana donde el imperio del capitalismo ha puesto su mirada, y donde nos abrazamos en un intento de supervivencia y resistencia con el espíritu de las Viriat@s cuando Viriato tenía claro el objetivo de luchar contra el invasor del Imperio. Y además fue traicionado en vano, porque "Roma no paga traidores" como los caza subvenciones de Vestas.

Y si Gaza que anda que sí "pacá y pallá", decidiera "pallá" -aunque no lo creo- siempre quedarán los nuevos molinos de viento de la fábrica o los viejos gigantes del urbanismo, según lo digan Sancho Panza o Don Quijote de la Mancha. O un tal Marx y otros, que son menos antiguos pero no menos certeros en sus análisis.