Angela Merkel es cancillera de Alemania desde hace 13 años y ha gobernado tanto con los liberales como con los socialistas. Y en este tiempo, por su personalidad y por el peso de Alemania, se ha convertido en el pivote de la UE. No han sido buenos tiempos, pero su talante centrista e integrador -así como su fidelidad a la Alemania abierta de Adenauer y Helmut Schmidt- han sido clave para que Europa no descarrilara por las presiones que el euro sufrió por la crisis económica.

Su relevancia se sintetiza en dos datos. Uno, ha sido una de las patas del directorio franco-alemán con cuatro presidentes franceses: Chirac, Sarkozy, Hollande y Macron. Dos, su matrimonio semiclandestino y de conveniencias con Mario Draghi salvó el euro.

Pero Merkel ha sido lo que ha sido porque ha sabido dirigir el grupo parlamentario de la CDU-CSU, algo o bastante a su derecha, sin demasiadas concesiones. Por ejemplo, en los rescates a Grecia. Portugal, Irlanda y España (el de la banca). Y para que el grupo parlamentario "digiriera" su política ha sido clave durante estos trece años el líder en el Bundestag, Volker Kauder, que tenía esas funciones desde el 2005 y que era reelegido cada año sin ningún problema.

Pero la acogida al millón de inmigrantes del 2015-2016 agrietó la fidelidad del electorado a Merkel. Surgió Alternativa por Alemania, contraria a la inmigración, y en las elecciones del 2017 tanto la CDU como el SPD tuvieron un serio retroceso. Costó reeditar la gran coalición (en España siempre nunca fue posible) que en las últimas semanas ha atravesado dos crisis serias. Y en la CSU hay una deriva a la derecha porque teme perder la mayoría absoluta en las elecciones de Baviera del 14 de octubre.

En este clima Volker Kauder, apoyado por Merkel, ha perdido el liderazgo parlamentario frente a Ralph Brinkhaus, algo crítico de la "generosidad" alemana con Europa. Le votaron 112 diputados frente a 125.

La rebelión interna contra Merkel ha tenido una primera victoria. Ahora todo queda a la espera de las elecciones de Baviera, pero si la gran coalición se acaba rompiendo -que puede pasar- Merkel no volverá a ser cancillera.

Sería una mala noticia para Europa que -no sólo por los ataques de Trump- no está en un buen momento. Y puede tener consecuencias para España, en especial si Italia se adentra en el disparate (su deuda se encarece cada día). Es un motivo de mas para que en Madrid dejen de jugar al estúpido tiro al plato (al adversario) y para que en Cataluña se recuperara el "seny".