Con Montón y Huerta dimitidos; con el feo asunto de Delgado cerrado en falso, porque la ministra de Justicia dice que no dimite, que no se va; con Duque 'cuestionado' por haber creado una sociedad instrumental para comprarse un chalé de lujo en Jávea, en cien días son muchas dos dimisiones y cuatro escándalos. Sin embargo, Pablo Iglesias, en un alarde de hipocresía política, pública y notoria, sale a la palestra para defender al compa Sánchez diciendo algo tan peregrino como que el hecho de que haya dimisiones no debilita a un Gobierno, sino que por el contrario, lo fortalece. Si no lo leo, no lo creo. Tanta falsía, tanta simulación no son buenas. ¡Hipócrita!

Pablo Iglesias es el farsante que todos sabemos. El farsante que utiliza distintas varas de medir ante un mismo hecho, dependiendo si la vara hay que aplicársela a un político de derechas o a uno de izquierdas. Al PP y a los peperos no les pasan ni una por nimia que sea. Y mucho menos a Pablo Casado que es el relevo generacional que el Partido Popular estaba necesitando. Sin embargo, si el Psoe y los socialistas meten la pata hasta el corvejón, se les concede bula y que continúen porque, hagan lo que hagan, por muy mal que lo hagan, salen fortalecidos en opinión del podemita.

Dimita o no dimita, cosa que debería hacer de inmediato ministra tan poco fiable y dueña de una locuacidad insultante, sobre todo para sus compañeros de carrera, Iglesias confiesa que mantiene la intención de llegar a un acuerdo de Presupuestos con su socio Sánchez y el grupo que lo sustenta, convencido como está de que no habrá adelanto electoral y que los siguientes comicios se celebrarán en 2020. Cuanto más tiempo aguante Sánchez, mejor para Iglesias y los suyos que se han adueñado de RTVE, donde imponen criterios, diga lo que diga la administradora única, Rosa María Mateos. Por cierto, el otro día sacó la fiera que lleva dentro y nos dejó estupefactos. Tan modosita y ajena a todo que parecía.

A Pablo Iglesias las encuestas no le sonríen, por eso se enroca, aguanta lo que le echen y apoya incluso lo que en la oposición pura y dura que mantuvo con Rajoy, criticaba abiertamente. Esto es parte de la puesta en escena. Lo que hace y dice Iglesias es como un trampantojo. Sólo que sus mentiras, sólo que sus trampas dicen muy poco en favor del líder morado. Un líder que va a gusto en la burra del Psoe. En lugar de buscarse el sitio que sin duda tiene en la política y currárselo convenientemente, prefiere sacar adelante sus intereses personales. A lo que añade la fea costumbre de apuntarse tantos que no le corresponden, como en el caso de los pensionistas. Cabe desear que no sea el morado quien mueve los hilos.

Ignoro de qué forma Pedro conseguirá acabar con "las cloacas del Estado", final del que tanto blasona, si tiene o ha tenido a algunos de sus ministros habitando en ellas, y como en el caso de la ministra Delgado, de forma placentera. Por cierto, si lo de sus compas que se 'fueron' con menores, es cierto, hizo muy mal en no denunciar. Un juez es o debe ser una persona intachable, un espejo en el que mirarse, un ejemplo a seguir. Lo contado por la ministra los deja en muy mal lugar y además podría ser un delito. Se les puede acusar de corrupción de menores por mucho que éstas fueran jineteras profesionales.

La estulticia de Pablo Iglesias no tiene límites. No es que parezca un insensato, es que lo es.