En la apoteosis del comienzo de curso se pueden observar muchas cosas. Pero voy a destacar una: YouTube. ¿Cómo iba a olvidarlo?

La benevolencia de la vida nos trajo un "maestro" que sin hablarnos nos alaba y sin escucharnos nos hace pensar. Además nos enseña todas las materias, sin la obligación de suspender o aprobar, con la sinceridad del carácter que ofrece sin imponer y sobresale sin destacar.

La educación según está planteada es sustancia de aburrimiento. No lo digo yo, lo dicen las caras de miles de jóvenes que por la mañana van sin entusiasmo al colegio. En el fondo de la educación, a decir verdad, para algunos está el suplicio. Si tratamos de leer entre líneas, acercándonos a ellos, comprenderemos que las nuevas generaciones han crecido con la tecnología; otros lo hicimos con las tabas, los cromos y la comba. Y sí, visto lo visto, el modelo educativo se está quedando obsoleto, le falta la luz del entusiasmo. Hay que saber diferenciar entre oficio y vocación...

¿Cómo es posible que los jóvenes prefieran concretar sus inquietudes con YouTube? Observen la dimensión de los tutoriales, predomina el buen humor y el entusiasmo: con luminosidad y lejos del severo conceptualismo también se puede aprender. Es importante cultivar la empatía, no abusar del ímpetu y aprender a complementar. No, no podemos dejar la educación entre los vestigios de una monótona continuidad. Claro hace treinta años los jóvenes vivíamos dócilmente, en nuestro pensamiento teníamos otras cosas, pero la vida cambia, afortunadamente. Y sí, en otras épocas la atención se centraba en satisfacer a la maestra, el cura, los padres, el vecino... A todos, menos a uno mismo.

Los estudiosos ejercen de estudiosos hasta el final de sus días. El estudio es profundidad, algo que prende dentro de uno mismo, es la cuerda más sensible del temperamento humano. Es la emoción de ver y sentir...

Pensemos en la continuidad de la cultura y seamos sinfonía de color para las nuevas generaciones. A veces, entre la incomprensión, se quema la luz del genio.