Agustín Rojas Villadrando residió en Zamora a fines del siglo XVI y alcanzó a ver el Palacio de Doña Urraca, la Casa del Cid y otros edificios ahora en ruinas. Escribió un artículo sobre la Historia de la Ciudad de Zamora, que publicó juntamente con "El Buen Repúblico", y asegura que por entonces existían sobre la Puerta del Mercadillo - que llamaban el Postigo Viejo en los romances - unas pirámides de piedra elevadas a la memoria de Arias Gonzalo y sus hijos.

Con motivo de la visita del rey Felipe III a la ciudad de Zamora el año 1601, mandó el Ayuntamiento: "Que se pinten y renueven las estatuas y figuras de Arias Gonzalo y sus hijos que están en la Puerta del Mercadillo y se ponga la de la Reina Doña Urraca con ellos en la parte superior". Este Acuerdo municipal podemos leerlo en el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Zamora del año 1601. En 1606 el Ayuntamiento volvió a mandar: "Que se componga la antigualla de los hijos de Arias Gonzalo, que están malparadas, a la Puerta del Mercadillo, encargando el aderezo a Hernando de Nates", nota del Libro de Acuerdos, de septiembre de 1606.

Don Miguel de Quirós, matemático y genealogista del siglo XVII, decía que, en su tiempo, año de 1768, existían todavía dos de las pirámides y que en una de ellas se leía "ARIAS GONZALO". En 1880 no quedaba vestigio alguno de tales monumentos, que probablemente se destruirían cuando, al entrar en Castilla las expediciones carlistas, durante la Guerra de Secesión de doña Isabel II, se hicieron reparaciones en las murallas y se preparó a la ciudad para reunir las condiciones de Plaza Fuerte; no obstante, subsistió inalterable el "postigo viejo" o Puerta del Mercadillo hasta finales del siglo XIX, cuya puerta se encontraba entre dos cubos o torres de la muralla, de arquitectura románica que había mandado edificar el rey Fernando I en el siglo XI, pero que, al día de hoy solo subsiste uno de los dos cubos o torre a la que solo se puede acceder por terrenos de propiedad privada. Por el exterior se pueden apreciar los restos del inicio del arco de aquel "postigo viejo".

Hay un documento, que lleva fecha de 1618 sobre una petición de confirmación del privilegio de hidalguía, en el que Agustín Rojas Villadrando afirmaba ser escribano de Su Majestad y de número de Zamora. Este personaje tuvo una vida llena de sucesos tan interesantes como inverosímiles. De un espíritu aventurero, en que encontramos hazañas como la de haber sido soldado en Francia, estuvo prisionero en la Rochelle y después fue corsario contra los ingleses. Pasó por varias ciudades de Italia y fue perseguido por la justicia por haber dado muerte a un hombre en Málaga, comprando su libertad por trescientos ducados gracias a las gestiones de una mujer que se enamoró de él y que al salir tuvo que mantenerla como amante suya. Desde 1601 había empezado a frecuentar compañías de cómicos y a ir con ellos de un lugar a otro. Debió morir en Paredes de Nava sobre el año 1634.