Está bien que la oposición le de caña a los que gobiernan, porque si no aquellos harían en cada momento lo que más le viniera en gana. Está bien que saquen a relucir sus meteduras de pata, su dejadez, sus presuntas irregularidades. Pero de eso a poner palos en las ruedas media una gran distancia. Y es que cuando los que gobiernan hacen bien una gestión o sacan adelante un proyecto, no deben doler prendas en llegar a reconocerlo. Pero como la oposición, en general, está entrenada para llevar la contraria en todo - como aquel diputado inglés que se pasaba las sesiones dormido y solo se despertaba, cuando sus oponentes acababan su intervención, para decir aquella archisabida frase de "yo me opongo" - pues pasa lo que pasa, que se dicen cosas con poco sentido o fuera de contexto.

Viene esto a cuento del caso Gaza y de la actuación del ayuntamiento, de la oposición y del resto de las fuerzas vivas -lo de vivas es un decir- locales, en aras a que la fábrica siga manteniéndose en Zamora. Viene a cuento de un comunicado del alcalde, en las redes sociales, afirmando que la empresa continuará en Zamora, y que su ampliación también está garantizada. De confirmarse la noticia, no cabe duda que, en principio, sería una buena cosa para la industria local que, desafortunadamente, se desangra, año tras año, sin que nadie sea capaz de detener la hemorragia. Parece motivo suficiente para sentir satisfacción, aunque, de momento, no se sepa el dónde, el cuándo y el cuánto.

Pero el principal partido de la oposición ha saltado a la palestra para decir que eso ha sido debido a que peligraba el sillón del regidor, y que de no haber sido esa la situación no hubiera llegado a mover el culo para ayudar a resolver el crucigrama. Pero a la gente eso le tiene sin cuidado, porque lo que le interesa es que se arreglen los problemas, y éste es, o era, uno de ellos. De manera que ya sea por pitos o por flautas, la cosa va a mejor, aunque siempre pueda surgir alguien que le guste más restar que sumar, o que disfrute retorciendo las cosas. Tal forma de actuar no llega a decir mucho a su favor, porque la gente no es tonta y sabrá extraer sus propias conclusiones.

De quienes gestionan las instituciones hay que considerar todo cuanto dicen, y tenerlo en cuenta, porque pueden ser adelanto de malas noticias - ya que pocas veces llegan a cumplirse los buenos augurios - pero lo que verdaderamente merece la pena valorar es lo que hacen, o dejan de hacer, llegado el caso, y no dejarse llevar de la excesiva palabrería, que no da de comer a nadie, si se excluye de ello a los comentaristas políticos.

Ojalá que se hubiera actuado en otros casos -como el del cierre de la Alsthom en Coreses, y otras muchas empresas desaparecidas en combate - con resultados similares al que se ha anunciado para el caso de Gaza, ya que ahora seguirían existiendo aquellos puestos de trabajo. Pero ninguna institución, incluidas las de la Comunidad y el Gobierno Central, gobernadas por el mismo partido que ahora pone pegas a la actuación municipal, movió un solo dedo para evitarlo. De tanto rizar el rizo, podría dar la impresión que, tristemente, para algunos prevalezca el lema de "cuanto pero mejor" sobre cualquier otro tipo de consideración.

Ciertamente a cualquiera le resulta desagradable hacerse cargo de los marrones, pero en ello les va el sueldo. Para eso están, para sacar de las malas situaciones algo aprovechable. Afortunadamente, de vez en cuando hay quien llega a conseguirlo. Eso es lo que los ciudadanos debemos saber apreciar, ya que poco puede esperarse de quienes les cuesta tanto trabajo arrimar el hombro llegado el momento.

Practicar la descalificación y el derrotismo no parece la mejor forma de levantar el ánimo, ni hacer olvidar aquellos versos de Bertolt Brecht que venían a decir "Escapé de los tigres / alimenté a las chinches / comido vivo fui / por las mediocridades".