Por fin, el titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Madrid ha procesado al actor Willy Toledo por insultar a Dios y a la Virgen María en unos comentarios publicados en Facebook que "contienen frases potencialmente ofensivas para la religión católica y sus practicantes", ¿Quién ha dicho que eso es un anacronismo? ¿Quién ha dicho que eso está fuera de lugar? A Willy Toledo hay que pararle los pies antes de que siga la escalada en contra de "todo lo que se menea" y aún de lo que está estático. No se puede sacar la lengua a paseo y ofender gratuitamente al importantísimo colectivo español más veces atacado por este pseudo-actor: los católicos, la Iglesia católica. Ya le vale al andoba este.

No se puede ir por la vida ofendiendo el sentimiento religioso de tantos millones de católicos. Somos millones, mal que pese a los que han apoyado al compi, pensando que así son más progres, más de su tiempo. Entre los ilustres que han apoyado al pseudo figuran Diego Cañamero, todo un ejemplo de demócrata, Lucía Etxebarría, Javier Bardem, Endika Zulueta, Enrique de Santiago o Antonia Avalos. Son los que avalan sus insultos diciendo que las palabras no ofenden. Las palabras ofenden, agreden, alienan e incluso matan. Que se lo pregunten a las maltratadas psicológicas. Que se lo pregunten a las víctimas del bullying. Que se lo pregunten a los que reciben cartas anónimas.

Me pregunto qué le han hecho a Willy Toledo, Dios y la Virgen para que constantemente se "cague" en Ellos. Pues bien, si Dios y la Virgen no pueden defenderse, nos toca a los católicos hacerlo, tal y como ha resuelto la Asociación Española de Abogados Cristianos, a la que aplaudo por presentar la denuncia y tirar para adelante, por duras y fuertes que han sido las críticas de esos sectores marginales a los que se suma algún que otro famoso como Bardem o Etxebarria que viven instalados en la comodidad que les proporcionan sus nombres, sus contratos y que no predican con el ejemplo.

Este tipejo que tildó de "energúmena" a una jueza de Sevilla por abrir juicio oral a tres mujeres artífices de la "procesión del coño insumiso", lo que habla muy a las claras de las susodichas, se permitió decir: "Yo me cagó en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María. Iros a la mierda". No merece la pena devolverle la mierda que destilan su boca de pitiminí y sus actos, porque ya desprenden suficiente hedor como para añadir nuevas catingas a tan maloliente elemento. Sin necesidad de entrar al trapo, como suele decirse, los creyentes no podemos permanecer impasibles ante tamañas provocaciones. En lugar de responder hay que acudir a los tribunales, como ha hecho el colectivo de abogados cristianos, con denuncias que acaban siendo admitidas a trámite por jueces, cada vez más, que entienden que esa no es la forma de proceder, que existen motivos suficientes para el procesamiento y que eso nada tiene de libertad de expresión.

Con la particularidad de que el lenguaraz lo mismo ofende a Dios que al Rey, a los jueces, a los políticos que no son de su cuerda, a la Jerarquía católica, con los musulmanes no se atreve a sabiendas de que ni olvidan ni perdonan, y a todo quisque, individual o colectivamente, que se le cruce. Sólo que esta vez parece haberse encontrado con la horma de su zapato. Y, encima, es reincidente.