Tal vez no haya aún en España cultura democrática bastante como para entender que en una grabación robada o no autorizada, hecha con ánimo de extorsionar, las indecencias que se digan pasan a un segundo plano respecto de la indecencia de la grabación misma. Aplicado al caso: los comentarios homófobos de la ministra de Justicia deben ser borrados del mapa por simple salud pública, como si no hubieran tenido lugar y sin tomarlos en consideración para nada, pues si se tienen en cuenta no sólo habría triunfado el extorsionador, sino que se estaría alimentando la desdichada cultura de las grabaciones ocultas, que puede acabar pervirtiendo todo tipo de relaciones (políticas, comerciales, profesionales, personales), y favorecer la generación de una nube de insectos grabadores revoloteando alrededor de todas las cabezas. La privacidad forma parte esencial de un régimen de libertades.