La semana que he estado en Lanzahíta, pueblo de la provincia Ávila, perteneciente al partido judicial de Arenas de San Pedro, situado en la vertiente sur de la Sierra de Gredos, la he aprovechado para descansar, leer y escribir esta columna, contemplando y disfrutando de un airecillo nocturno muy agradable, pese a que durante el día la temperatura superaba con creces los 30 grados. El paisaje está poblado de pinares y encinares, el clima es el propio del microclima del Valle del Tiétar, río que cruza su término, donde los veranos son calurosos durante el día y frescos por la noche y los inviernos no son excesivamente fríos.

Desde mi " refugio ", veo los Montes de Toledo, poblados de encinas, y el silencio solo es roto por el ladrido de algún perro a lo lejos, y para mí el silencio es fundamental para la lectura, el estudio, la escritura, en definitiva para cualquier tipo de actividad intelectual o manual que exija especial concentración y todo eso, lo encuentro en Lanzahíta, donde todos los veranos paso unos días de descanso.

Espero que una vez acceda a la jubilación, los períodos de permanencia en Lanzahíta sean más largos, como espero también lo sean los que paso en Valdescorriel, mi pueblo, y casi familiar para mis queridos lectores.

El día pasado, cuando paseaba por Valdescorriel, un paisano, amigo y asiduo lector de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, llamado José, "el guardia", me comentaba que en la columna del día pasado, creo recordar, sobre las vacaciones, que ha había visto que hacía referencia a Valdescorriel, y ver el nombre de Valdescorriel en el periódico le había hecho mucha ilusión; he pensado que al leer la columna del día 20 de agosto, lunes, titulada Valdescorriel, habrá sido el máximo.

Saben bien mis lectores que, mis columnas van dirigidas a personas sencillas que sé me siguen, como me ocurrió en Villalpando, cuando un día acudí al quiosco para comprar LA OPINIÓN-EL CORREO y al ver que venía publicado mi artículo en la Columna del Lector, y comentárselo a mi mujer, el señor del quiosco, me preguntó mi nombre y me dijo : Yo siempre leo sus artículos; lo cual me produjo gran satisfacción , o la llamada telefónica de Consuelo Ovejero, maestra nacional en Zamora, ya jubilada, para felicitarme y animarme a seguir escribiendo, lo cual siempre es de agradecer.

Para las personas que nos dedicamos a la escritura "gratis et amore", nuestro apoyo son los lectores , ellos son los que nos motivan, día a día, a tomar papel y pluma y dedicarle un tiempo a reflexionar e hilvanar un artículo y enviarlo a La Opinión, lo cual exige una dedicación que, está compensada, con creces, por la satisfacción que produce la llamada de los lectores.

Sirvan estas líneas, para dar las gracias por este medio, a los lectores habituales de mis artículos en La Opinión -El Correo de Zamora, a su directora, Marisol López del Estal, a su redactor jefe Celedonio Pérez Sánchez, que en todo momento, me han publicado los artículos, que durante varios años les voy enviado periódicamente les voy enviando, siempre que mis ocupaciones periódicas me lo permiten.

Espero que cuando me jubile mis artículos sean menos espaciados, que lo son ahora. La tarde está cayendo en Lanzahíta, y decirles que los días de asueto también están llegando a su fin, y ahora, ya toca mentalizarse para incorporase a los quehaceres diarios, que a buen seguro nos costará un poco, pues, somos humanos y el adaptarse a los horarios, preocupaciones, teléfono, y demás vinculaciones propias de cualquier actividad laboral nos costará un poco y una vez en la tarea, diremos " santa rutina", salud y ánimo para continuar.

Queridos lectores de La Opinión -El Correo de Zamora, seguiremos en contacto, si Dios quiere, y créanme, que aquí en la Sierra de Gredos me he acordado de Uds. y por medio de estas líneas les reitero mi agradecimiento y animo para que sigan leyendo, pues, es sabido que la lectura es fuente de cultura para todos para quien lee y para quien escribe.

Con estas líneas quiero honrar a los lectores que no se pierden la lectura de una sola columna y elogiar su fidelidad y a quienes venden el periódico, los queridos quiosqueros. A todos, sin excepción. Gracias.

Pedro Bécares de Lera